Cuando todos en el Partido Popular, Partido Socialista, Ciudadanos y la versión catalana de Podemos/Colau estaban convencidos de la convocatoria de una nueva cita electoral en Cataluña, llegó in extremis un acuerdo por el que con el paso atrás y dedazo mesiánico de Artur Mas, se aupaba como sucesor en el gobierno de Cataluña al envalentonado exalcalde de Gerona, Carles Puigdemont.

Un acuerdo entre de Junts Pel Sí y la CUP que se logró contraviniendo lo que las urnas no dieron y que superaba los planteamientos más imaginativos que se podían realizar. Acuerdo alcanzado justo antes del pitido final del partido y que no es más que un fraude a los votantes catalanes, un adulteramiento de la política parlamentaria con un clamoroso movimiento de transfuguismo político escenificado por los antisistema de la CUP.

Una formación que ha asumido el acuerdo en "petit comité" traicionando a sus bases y pasándose por el arco del triunfo todos los acuerdos asamblearios alcanzados por sus militantes y renunciando a todo su programa político y social que con tanta beligerancia defendieron en campaña. Salvo, claro está, su ansiada independencia. Formación entregada hoy en cuerpo y alma a Junts Pel Sí, desistiendo así a su autonomía de partido y a su papel político al renunciar a hacer oposición al nuevo gobierno.

Esperemos que con nuestro Estado de Derecho y el entendimiento necesario de los actores políticos que dicen considerarse constitucionalistas y que hoy están negociando el futuro gobierno de España, acabemos de una vez por todas con este esperpento e ilegalidad manifiesta del "procés" de independencia.