Repasando el listado de Altas Hospitalarias, me he encontrado el de un paciente de 90 años que falleció en el Hospital A. Cunqueiro. El informe de alta es prolijo y profesional: nos habla de la patología del enfermo, de sus antecedentes médicos, de sus alergias... describe sus síntomas, su disnea y su fiebre. Nos habla de leucocitosis con desviación izquierda y de radiografías de tórax con infiltrados y condensaciones. Nos cuenta al fin el tratamiento, su evolución y el desenlace con el juicio clínico de exitus.

El seguimiento que hacen las enfermeras mientras el paciente está hospitalizado refleja magníficamente la evolución del paciente con comentarios sobre su diuresis, tensión arterial, temperatura, etc... pero también sobre cuestiones aparentemente menos importantes como si come o duerme bien, estado de ánimo, dando por tanto una información valiosa desde el punto de vista puramente clínico pero también desde el lado más humano. En la historia de este paciente, que ingresó por dificultad para respirar y que fue diagnosticado de una neumonía, entrando en una fase irreversible que le llevaría a la muerte, una enfermera escribió: "Pasa la noche bien, confortable y acompañado". A la mañana siguiente falleció.

Me imagino esa habitación del hospital en semipenumbra, al enfermo sereno, a sus familiares velando sus últimas horas. Una buena vida que se apaga "confortable y acompañado".

Hermosa frase, hermosa lección.