Durante la pasada noche electoral, no dejó de sorprenderme la tenaz insistencia de los partidos minoritarios, especialmente Ciudadanos, en la necesidad de la reforma de la ley electoral. Si bien puedo estar de acuerdo con ellos en lo injusto del reparto de escaños por el método de la ley de D'hondt, he de reconocer mi perplejidad por los argumentos esgrimidos a lo largo de la noche, ya que una cosa es que el sistema premie a las listas más votadas, pero otra muy distinta es que se ponga en duda el justo reparto territorial de los diputados. Me hizo especial gracia la queja tanto de Ciudadanos como de Izquierda Unida, que se lamentaban de que para obtener un diputado en Madrid hiciesen falta algo más de 100.000 votos y en Álava, por ejemplo, 42.000, obviando que los 42.000 de Álava eran necesarios para todos los partidos, igual que los 100.000 de Madrid. Obviaron, insisto, que en Álava, con una población total de 320.000 personas, tiene derecho a 4 diputados y en Madrid, con una población de 3.100.000 habitantes, tiene derecho a 36 diputados. Y esto, amigos del cambio de sistema electoral, es precisamente aquello que ustedes han estado pregonando a los cuatro vientos, equilibrio territorial, y lo es porque todos los españoles tenemos derecho a estar representados en el Parlamento de forma justa y proporcionada con independencia de cómo pensemos, dónde vivamos y cómo votemos. España no es Madrid, España es un conjunto de territorios diversos, dispares, heterogéneos, plurales y, sobre todo, comunes y unidos. No lo olviden nunca.