"Alguien nos ha jugado una mala pasada. Dios nos puso en cuerpos de animales, pero quiso que nos comportásemos como personas. Ese fue el principio de todo", decía Caldwell. El principio de la condición humana: del querer y del poder; sobre todo del poder, una poderosa droga que crea adicción, convirtiendo lo imposible en posible y lo improbable en probable. Lo imposible ya era posible en una cohabitación entre anarquistas y un partido liberal demócrata-cristiano. Ahora lo improbable ya es probable con un uno por ciento como última frontera entre los partidarios de investir al Sr.Mas y, los que fieles a sus principios, consideran que no lo deben hacer.

Sorprendentemente alguien se ha acordado del voto secreto en detrimento del habitual voto a mano alzada, que es posible que obre el milagro en una tercera votación en el que la mano "derecha" no sabrá exactamente lo que ha votado la mano "izquierda" a no ser que el Sr.Más recupere su "trono".

A escala nacional el escenario es muy similar: un candidato empeñado en arrastrar a su partido a una difícil reelección, líneas rojas difuminándose... No cabe duda, "alguien nos ha jugado una mala pasada".