El fallecimiento de un ser querido suele ser doloroso y, a veces, "inoportuno". Díganselo al hombre que ocultó la muerte de su madre por no poder pagar su entierro y dejó que se descompusiese en el piso alquilado en el que vivían.

Este hijo seguramente no deseaba llegar hasta esa situación, pero probablemente solo tenía dinero para malvivir él; de lo contrario, no se entiende esta situación tan macabra.

Morirse en España es caro. Da igual ser enterrado o que te conviertan en cenizas. Los ritos funerarios generan tanto gasto a los que están vivos que no sería raro el caso de llegar a arruinarse por ello. Además, la situación de penuria económica en muchos hogares, con escasa o nula capacidad de ahorro, no permite honrar a los muertos, tal como a ellos les gustaría.

Me pregunto: ¿es necesario tanto ceremonial, a la hora de nuestra despedida de este mundo?, ¿no será, más bien, otra convención social, de las muchas que permanecen, que poco tienen que ver con el cariño hacia el difunto?