Andrés quizás no lo sabe todavía, pero ya nunca más volverá a ser Andrés, por algo tan simple como haber hecho realidad el sueño de algunos. Por suerte, son pocos,la inmensa mayoría, estamos convencidos que hace millones de años que el ser humano dispone de otros cauces para mostrar su desacuerdo. Y esto nos lleva a las elucubraciones acerca de el leitmotiv de este "ciudadano nadie" ahora transformado en el chico del puñetazo a Rajoy. La respuesta debe ser siempre una: no puede existir justificación alguna para un acto así, a excepción de un estado mental perturbado.

La democracia es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás, no doblegar a los demás violentamente.