Primero nos meten en esta vida sin consultarnos, y después, una vez dentro, nos dicen que todos estamos en las mismas condiciones; que es mentira, porque aquí, lo real, es que solo el presente existe, y en este momento no todos estamos con las mismas posibilidades. El pasado y el futuro son cosas que se suponen, y el presente es nuestra única realidad. Sabemos que en este preciso momento no estamos todos en la misma situación. El pasado y el futuro solo existen en la medida que puedan condicionar el presente. Por lo dicho no es lo mismo estar entrando en la vida que estar saliendo. Al principio piensas y crees que tienes un futuro por delante, y al final, cuando ya estás saliendo, sientes tu debilidad al ver que se desmorona tu integridad física poco a poco. Estos dos casos diferentes se dan al mismo tiempo.

Los jóvenes viven en una continua expectativa descubriendo el mundo, y tienen la esperanza de una buena vida, todo es nuevo para ellos, están en medio de un misterio ilusionante que piensan desentrañar pronto.

Los que están en la edad media ya intuyen por donde van a ir los tiros, pero aún tienen la ilusión de poder mejorar y es posible que así sea. Esperan que cambie la conjunción de las estrellas y algunos tendrán la suerte de su lado.

En los viejos solo hay una meta, que las cosas no empeoren. ¡Qué perrada! ¿Es esto justo? La gente dice "es ley de vida". Yo digo: "Esta es una ley de m..." Los que están en este tramo sabemos que irán a peor sin posibilidad de escape.

De pronto se oye una voz de ultratumba que retumba desde el infinito que dice: "Mira que eres tonto, ¿para qué protestas si nadie te va a hacer el menor caso?".

La verdad es que mis protestas no me van a sacar del gran enfado que tengo por la forma en que nos trata el mundo, que no me gusta nada, pero al dar este grito desesperado al viento con todas mis fuerzas me va a calmar un poco, aunque sé que esto es un placebo que no resuelve el gran problema de fondo, pero las protestas me ocupan y me distraen dejándome cansado, y así apaciguo algo esta rebelión que llevo y que todos deberíamos llevar dentro,

Si tú no sientes la necesidad de cuestionar la forma en que nos trata la naturaleza, me alegro, porque eres una persona feliz. Ojalá que sean muchos los que sientan la vida de esta forma. Aunque hay que percatarse de que a cualquiera nos puede caer sin previo aviso alguna de las miles de enfermedades que están pululando sobre nuestras cabezas y nadie tiene la garantía de la salud. Todos los días entramos en un sorteo de enfermedades que desde arriba reparten a boleo, e irremediablemente habrá un día en que nos llegará una dolencia de cuatro estrellas que nos llevará a la nada. Si por alguno de estos hechos en algún momento de tu vida sentiste una cierta angustia vital en el alma, tal vez entonces valores estos razonamientos. ¿O es que tú, voluntariamente, estás de acuerdo en que te apliquen estas pérfidas medicinas sin rechistar? Si dudas, apoya esta protesta, aunque parezca que no va a servir para nada. Que no te coma el coco el síndrome de Estocolmo, ni te aduzcan con promesas de paraísos en el más allá.