No hacía robados de paparazzi. Organizaba los posados de sus actores. Era casi un sacrilegio que mirasen a cámara. Apenas se lo permitió a su madre. Es un autor humanista y costumbrista.

Sus primeras fotografías son en Salamanca. Allí se enamora profundamente de Mary Santiago Mirat. Fotografió a Unamuno en el Monte Flecha, que le obsequió con unas pajaritas de papel.

La serie Beiramar se centra en los pescadores. Su fetichismo por los pies sirve para mostrar el estrato social. La foto de una mujer junto al hórreo parece una viuda que divisa al cruel océano. Un contrapicado épico marca de la casa. La del niño con el barco "Javiota" guarda enorme poesía. Al estallar la guerra, por sus ideales republicanos, se ve abocado al exilio. Toma un barco en Lisboa con Colmeiro hacia Buenos Aires. Mary abraza el falangismo y decide quedarse. Se cartea con su amada sin obtener respuesta. Conoce a Alberti y retoma contacto con Blanco Amor.

En 1940 hace una serie sobre Portillo, en los Andes chilenos, donde colma su pasión por el esquí. Quedó atrapado tres meses en la nieve. Allí reflexiona sobre el desamor y el exilio.

Cae en depresión y se marcha a la Pampa a fotografiar a gauchos. En Punta Arenas retrata barcos deteriorados y en la Patagonia árboles secos vencidos por el viento. Como el abandono.

Le marcó su experiencia japonesa. Allí prefiere tomar instantáneas reales. Se enamoró de su cultura. Hizo amistad con Kurosawa. Peregrinó al monte sagrado Fujiyama. Retornó a Punta del Este y en su morada monta una librería llamada Yelmo de Mambrino en honor a su amado can.

Retorna a Galicia en el 59. Intenta retomar el contacto con su mujer pero se lleva otra vez calabazas. Por sus problemas óseos se traslada a La Mancha para disfrutar de su clima seco. "Fui buscando Quijotes y solo encontré Sancho Panzas". Se encuentra un país reaccionario. Refleja el mundo taurino aunque se cree que no era muy de su agrado. Prefiere la cría que las corridas. Hay una foto con una inusual violencia y crueldad, un cuchillo clavado en un toro.

Vuelve a Galicia sin apenas dinero. Se instala en el Hotel Miño de Ourense y abandona la fotografía. Se le ve amargado. Se mudó a A Guarda, donde se suicida en 1974. "La muerte será la mejor recompensa". Eligió ser enterrado en una fosa común. El Requiem de Fauré viviría por él.