Bajo a tirar la basura por la noche, me dirijo al contenedor, piso la palanca y no llega a subirse la tapa del todo, me ayudo con la mano que me queda libre para subirla y lanzar la bolsa, no me da xeito, se me rompe el asa de la bolsa y acabo empujando un montón de basura dentro del contenedor verde. En esas estaba yo..., pero qué mierda de país es este que no funciona nada, ni un contenedor! Esto es lo que me pasa después de estar viviendo un tiempo fuera de España, la vuelta está siendo frustrante y más concretamente la vuelta a Vigo. La ciudad y yo estamos viviendo un momento de reencuentro, poco a poco, lento para que algún día llegue esa reconciliación. De vez en cuando ella me enseña pequeños negocios de aires europeos y me calla; otras, no me sube la tapa del contenedor y maldigo al alcalde.

De regreso a casa pienso que ya es 1 de diciembre y que las elecciones están a la vuelta de la esquina, que nos pillan en medio de todo este follón navideño, que vete tú a saber qué clase de efecto desconocido puede provocar en nosotros tanto destello azul eléctrico a ritmo de villancico.

Me voy para cama y, justo antes de dormir, me vienen a la cabeza los versos de aquellos que cantaban: Hey, hey, Vigo, give me one more chance (...) / Hey, hey, Vigo, see you tomorrow / Hey, hey, Vigo, don't leave me with sorrow.

María Quinteiro Martínez