Las acusaciones entre Rusia y Turquía después del derribo por parte del ejército turco de uno de los aviones rusos que participaba en una operación en Siria, está acrecentando la inestabilidad en el frente común contra el Estado Islámico. Este lamentable incidente no debería servir para apuntalar ni los enfrentados intereses de esos países en la región, ni sus diferencias de la estrategia. Máxime porque Turquía es un socio clave de la OTAN en esa zona, aunque evidentemente su actuación no contaba con el aval de la Alianza Atlántica. Convendría también que Rusia, en este momento, coordinara sus acciones con la coalición internacional y enfocara sus esfuerzos a combatir al Daesh.