Siempre que se habla de algo trascendente: Dios, el alma, el Cielo o el infierno, no deja de haber quien se sonríe maliciosamente pensando o acusando directamente a los creyentes de infantilismo supersticioso.

Ellos -dicen-ya han superado la etapa de los Reyes Magos y ya no creen en esas cosas, porque han visto mucho en la vida, tienen mucha experiencia y todo les ha llevado a la conclusión de que Dios no existe. Pretenden creer que lo ideal es el mundo lennonista de "Imagine": sin cielo, sin religión? haz el amor y no la guerra ¡qué bonito!

Esta postura tan extendida hoy día, no creo que sea precisamente la de los autores de la exposición sacrílega que se ha perpetrado en Pamplona con el beneplácito del Ayuntamiento de Bildu, de los hombres de Pablo Iglesias y otras izquierdas.

Robar formas consagradas es toda una declaración de intenciones por parte del autor y es que sabe perfectamente que ese trocito de pan es Dios, (de otra manera hubiera puesto formas sin consagrar). Sabía muy bien lo que hacía, y su intención era hacer el mayor daño posible, en primer lugar a Jesucristo en la Sagrada Eucaristía, profanándola sacrílegamente, a los sentimientos religiosos de los católicos y a sí mismo.

¿Por qué ese afán de destrucción, de hacer daño a cualquier precio? ¿Qué daño le hace a esa persona la Sagrada Eucaristía? ¿Qué daño hacemos los católicos a los que no lo son? ¿Acaso les estamos recordando, con nuestra vida, que existe algo más allá de lo puramente material?

Me da a mí, que el problema es ese: que, en el fondo, no son tan ateos como dicen.

¡Y los ignorantes diciendo que la fe es cosa de niños!? ya, ya: prueba de ello es que esta gentuza satánica sabe muy bien que no lo es.