El Papa Francisco ha convocado el Año Santo Universal de la Misericordia, que comenzará el próximo día 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción.

"Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia?", así reza el comienzo de la Salve Regina, que según cuenta la tradición fue compuesta por San Pedro de Mezonzo ante una imagen de la Virgen de los Ojos Grandes, patrona de Lugo. María, Madre de Misericordia y Madre de la Misericordia, es la estrella de la nueva evangelización. Sus maternales y misericordiosos ojos son receptores de las miradas agradecidas y suplicantes de sus hijos, a la vez que emisoras de amor y auxilio maternal. Sus ojos son faros luminosos que alumbran nuestros caminos.

El término "misericordia" proviene del sánscrito y significa literalmente "lo que hiere el ánimo", "lo que aflige". La misericordia se caracteriza por la empatía con el estado de debilidad y necesidad del prójimo, y con la ayuda desinteresada y eficaz con su situación. "La misericordia es el núcleo central del mensaje evangélico, es el nombre mismo de Dios", Benedicto XVI.

María es la mediadora de la manifestación del amor eterno que Dios nos tiene. Hablar de María es hablar de una joven de su tiempo, siempre en camino, en actitud misionera. Ella tiene una misión que acepta incondicionalmente, y con decisión entrega y adapta su vida al plan de Dios. Impulso misionero es llevar a Dios en su seno, visitar a su prima Isabel, estar atenta a las necesidades en las bodas de Caná. Y hoy, como nos recuerda el Papa Francisco, ella llama a la Iglesia a salir afuera, a las periferias existenciales.

María es Madre de Misericordia y Madre de la Misericordia. Ella vivió en este mundo una vida igual a la de cualquier ser humano, con sus sufrimientos y con sus trabajos cotidianos. María es misericordiosa porque es auxilio de los cristianos y porque vive todas las bienaventuranzas. María es Madre de la Misericordia porque portó en su seno a Dios y fue su primera discípula. Los misericordiosos son bienaventurados porque en el futuro serán tratados con misericordia; recibirán de Dios la misericordia que han ofrecido a sus semejantes, pero con la medida de Dios.

"Misericordear" es uno de los términos más empleados por el Papa Francisco, con el que nos invita a perdonar y dejarnos envolver por la ternura de Dios. Urge una conversión del corazón para recrear esta sociedad, pero siempre con la ayuda de Dios.

Hay que volver a María.