Año tras año, en el tercer domingo de octubre, celebramos la Jornada Mundial de la Propagación de la Fe (Domund), que Cristo encomendó a su Iglesia; por esta razón, tan lógica y teológica, todos los cristianos estamos involucrados en tan honrosa y laboriosa encomienda.

En este año el lema misionero es "Misioneros de la Misericordia", que interpreta el deseo del Divino Misionero y del que le representa en la tierra, su Santidad el Papa, quien, con su palabra y corazón misionero, nos da ejemplo de ello. Él, como receptor y transmisor divino, va siempre por delante, como el pastor con sus ovejas, para que también nosotros seamos pastores de nuestros hermanos, más necesitados, que, esparcidos por el mundo, pasan hambre de pan y sed de Dios.

Con ojos y oídos de Padre bueno, ve y escucha a los pobres, cuyos gritos atraviesan las nubes (Eclo. 35, 12-18) y les sale a su encuentro, solicitando también nuestra filial y fraternal colaboración. En su Mensaje Misionero de este año 2015 apremia, de un modo especial, a sus hijos(as) predilectos -de los que Él forma parte, por ser de la Compañía de Jesús- para que pongan a pleno rendimiento el carisma con el que han sido consagrados, mediante los consejos de pobreza, castidad y obediencia.

Por esta entrega al Señor, los religiosos se entregan también, incondicionalmente, a sus hermanos más necesitados, en donde quiera que estén. Como los soldados en vanguardia, ellos van por delante; nosotros, los de retaguardia, les apoyamos -con nuestras oraciones, sacrificios y otras ayudas económicas personales-, como buenos hijos de nuestra Santa Madre Iglesia y Misionera.

No nos olvidemos, pues, que todos los días pueden y deben ser misioneros, de un modo especial el próximo domingo, 18 del presente "Octubre Misionero".