No podemos negarlo, somos humanos y, como tales, tenemos la capacidad de establecer relaciones entre cosas conocidas. Y podemos ver los parecidos que existen entre cosas diferentes. Así, un concierto bien pudiera evocarnos sensaciones similares a otras vivencias, quizás ahí radique uno de los efectos que un cantante, orquesta, coro, director, etc., quiera transmitirnos. Pero como la interpretación personal es muy libre y depende de muchos factores individuales, me gustaría expresarle a la Coral Casablanca, con su director incluido, la sensación que me produjo el concierto del 10 de octubre.

Las diferentes piezas me sonaban como los diferentes tipos de vientos, desde agradables brisas a fuertes temporales. Por ejemplo, las dos "Barcarolas" o "Maite" eran sonidos de una agradable brisa que corría de izquierda a derecha, eran los sonidos de las voces que empezaban en un extremo del escenario y se iban apagando para que se fueran encendiendo en el otro extremo..., corrían esas voces como una ola, como un viento sonoro de un lado a otro. En cambio "O carro" o "Coro de espigadoras" eran sonidos que salían de abajo, de las voces femeninas y subían a las masculinas, como ese silbido ascendente que se produce cuando sale al cielo la vara que hará que al final de su trayecto exploten lo que son los fuegos artificiales. Otras piezas como "Irmaus" hicieron que a muchos se nos pusiera la piel de gallina, transmitiéndonos una emoción única, quizá en momentos sintiéramos como que había una cascada con chorros de agua, o en otros como que iba viniendo un temporal que hacía rugir un trueno en forma de voz. Y, como el viento que nos puede sobrecoger, el "Unicornio azul", por muchos conocido e interpretado por Silvio Rodríguez, también nos sobrecogió al entonarlo la coral. Los vientos de la coral lo mismo nos acariciaban con suavidad que nos daban con toda su fuerza en la cara, y hasta nos podían zarandear el espíritu. Y el viento final fue el viento del alba, el que conocíamos cantado por Aute y llamado "Al alba".

Y en esta ocasión no les hizo falta más que dos instrumentos musicales para tener un apoyo para la voz..., realmente por esta vez, fue más que suficiente.

Desde luego que esta no es una crítica técnica de la interpretación de un concierto, pero sí quizás es más que la simple crónica de un espectador del concierto que estaba sintiendo la música solo con sus oídos, es la crónica de alguien que lo estaba absorbiendo por su mismísima piel.