Sucedió lo que casi todos ya esperábamos. El maquinista Francisco José Garzón es el único imputado por el trágico accidente del Alvia. Hace meses, predecíamos que el asunto iba a traer a cola y así ha sucedido. Tenía los ingredientes adecuados para que las imputaciones de los responsables del Adif y de Renfe quedasen en agua de borrajas.

El relevo del juez Aláez, a muchos nos olió a chamusquina, pues fue precisamente este magistrado el que inculpó a varios cargos del administrador ferroviario. Era conveniente relevarlo, porque como dicen algunos, instruía al "gusto de la gente". El nuevo juez, fiel a sus principios jurídicos, concluiría una instrucción coja de pruebas determinantes y esenciales para esclarecer la parte "oscura" de la investigación.

Me gustaría seguir manteniendo la confianza en nuestro sistema judicial, pero visto lo visto, siento que esa fe va transformándose en incredulidad. El adagio dice que la justicia debe ser lenta porque si es rápida se convierte en injusticia. Además del Alvia, el avance de la instrucción ha progresado en alta velocidad.