Es de una sinvergüencería el agravio municipal de Jerez de la Frontera a tan insigne dramaturgo José María Pemán. Me apena que el pueblo no haya lanzado un grito de desaprobación contra estos enfermos políticos que, bajo la tutela de "la memoria histórica", se creen con derecho a cometer toda clase de tropelías aunque evidencien la ridiculez de su nivel cultural. Gente que por su edad ni siquiera han sido víctimas de un mal catarro y que han llegado a puestos de responsabilidad gracias a los abuelos que han bebido de las fuentes de egregios personajes como el del cantor universal por excelencia de la rosa y conferenciante de una fascinación lingüística y poética merecedor de un premio nobel, José María Pemán.

Me encuentro extraño cuando a tanto atraco al devenir de la historia, los distintos gobiernos habidos desde la democracia no hayan reaccionado de modo más firme a todos los niveles, empezando por el ministro de Educación y Ciencia, y lo que me pertenece no me sea devuelto como mi admiración por un poeta de corte mundial.

Yo no veo en sus escritos el rostro de la dictadura franquista ni que haya cogido el fusil que no fuera una pluma de oro para dejarnos una herencia tan deliciosa, amable y ejemplar como sus conferencias, sus obras de teatro, y sobre todo, su cirugía sublime en el insondable misterio de la poesía de una exquisita sensibilidad anímica.

¡Ya está bien, rectores de la comunicación, de la historia política, de la marcha diaria de la vida común de los pueblos que seáis tan débiles consintiendo la eliminación de lo que constituye la razón de ser de un país tan excelente. Bandera, crucifijo, escritores, políticos? pero qué es esto que no avergüence dentro y fuera de la comunidad europea.

Con Pemán he aprendido de joven y de mayor a buscar el brillo del lenguaje apropiado; a amar la belleza de las flores en su referente a las rosas; a teologizar sus poemas religiosos, a respetar en las personas su sensibilidad antes que sus bienes. De haber sido un referente en la educación escolar, su habla sería más culto, su comprensión más acertada, su relación más ejemplar. Inmerso en un mundo en que la generación del 98, del 27 con su ilustración en plena efervescencia dictatorial no me ha apartado de nada ni de nadie que no quepa en una convivencia común armónica por plural que sean las ideas. Invito a los inquietos de la cultura que se compren las obras de tan insigne escritor, José María Pemán, si quiere cultivarse y vivir unos momentos preciosos en su compañía.

Invito al pueblo de Jerez de la Frontera que recobre su hidalguía por si mimos y no consientan que les robe el oro de su historial con hombres tan insignes como el de su hijo nativo José Mapean