En su carta publicada en este periódico (A propósito de los artículos de J. J. Calaza) don Alberto Figueroa Lago desahoga obsesivamente sus fobias, ya antiguas, para conmigo.

La obsesión se confirma al tener en cuenta que los términos de mis artículos que le desagradan -"Independentismo talibanizado", "...nazionalistas normalizadores habituados a atacar en manada", "...jauría azuzada desde A Mesa", "chatarra nacionalista", "...ProLingua es una organización que supura podredumbre guerracivilista"- solamente figuran en uno de ellos (A propósito de Filgueira Valverde) ¡En uno solo de un total de 240 artículos que llevo publicado en Faro! Por supuesto, figuran muy justificadamente ¿No sostuvo ProLingua con maldad cainita a la sañuda cuadrilla -incluido un notorio terrorista declarado en rebeldía- juzgada por agredir a los participantes de una manifestación convocada por Galicia Bilingüe en el 2009? ¿No atacaron intelectualmente en manada a los académicos de la RAG que votaron para que Xosé Filgueira Valverde fuese homenajearlo el Día das Letras Galegas, el próximo año?

En ocasiones, mi materia de trabajo son partidos políticos o personajes públicos. Los trallazos que les descargo, por alusiones y argumentando, van en el sueldo. Bien o mal, pero argumentando. El caso del Sr. Figueroa es cualitativamente distinto. El diagnóstico que depone respecto a mí está trenzado con incalificables mimbres de adjetivos insultantes sin substanciación argumental. Aun así, leí su carta con gran interés y, sinceramente, le quedo profundísimamente agradecido por varias razones.

La primera, por lo que reí. Y mis amigos, ni le cuento. Hacía tiempo que no leíamos una prosa de gorrilla aparcacoches tan grotescamente hilarante.

La segunda razón de mi agradecimiento es que gracias al Sr. Figueroa acabo de enterarme -y no es moco de pavo- que tengo una hermana de la que mis adversarios políticos pudiera ser hubiesen abusado y de ahí mi animadversión para con ellos. Evidentemente, no puedo excluir una aventura extraconyugal de mi padre. Si el Sr. Figueroa lo afirma tan categóricamente me invade la convicción que esa hermana existe y él la conoce porque asimismo es la suya ¿O no?

Otra razón que estimula mi agradecimiento es que van ustedes mejorando. Estoy habituado (Gloria Lago y José Manuel Pousada también, entre otros) a anónimas o reivindicadas amenazas de muerte, a llamadas telefónicas con fines amedrentadores a altas horas de la noche, a cajas de zapatos con excrementos enviadas a mi domicilio, a un plan de asesinato que un arrepentido del entorno alcohólico-reintegracionista me confesó una semana antes de morir, que la tierra le sea leve, estoy de consuno acostumbrado a agresiones físicas en manada, a comandos con pasamontañas, a que bombardeen la fachada mi casa y el coche de una amiga con docenas de huevos podridos, a insultos ad hominem en redes sociales, etc. Nunca puse estos hechos en conocimiento del juez, no es mi estilo. Soy un viejo lobo piojoso, cazo en solitario.

En este contexto, felizmente la carta del Sr. Figueroa resuena a quejumbroso e inofensivo balido de ovejita lucera nunca ordeñada. Eso explica, quizás, la acumulación de mala leche. Aunque avance fraudulentamente recubierto por la lengua castellana, cual lobo con piel de oveja, no puede ocultar la pezuña del inquisidor nazionalitarista.

No obstante, lo que más agradezco al Sr Figueroa es su ingenua sinceridad al reconocer que mis artículos son el acicate intelectual para "el enconamiento irreconciliable de dos extremos (sic)" ¿Quiénes ocupan esos extremos? Según él, uno lo ocupo yo en la solvente compañía de Hermann Tertsch. Lógica y forzosamente el otro extremo tienen que ocuparlo el secesionismo nazionalitarista y el independentismo talibanizado en sus múltiples avatares.

No está en mi ánimo que la posición polar a la mía la ocupe el galleguismo cultural, pacífico y civilizado que todos los gallegos respetamos e incluso amparamos. Antes bien, mi profesión de fe la enuncié en el primer artículo de la etapa principiada el 17/01/2010 en Faro (Breviario de podredumbre) donde puede leerse "(.) la beligerancia normalizadora del nacional-galleguismo de hoy día, que muy poco tiene que ver con el de Rosalía, Castelao, Otero Pedrayo o Ramón Piñeiro". Y algunas líneas después: "Con todo el respeto e incluso afecto debido al galleguismo histórico". Lo subrayé nuevamente en A propósito de Filgueira Valverde (4/10/2014) refiriéndome sin tapujos a "lo más granado de la intelectualidad galleguista" diferenciándola de la chusma indocta.

Resumiendo, el Sr. Figueroa reconoce que mis adversarios son extremosos, escrito está. Con este dato en mano, la conclusión es imparable: no se entiende bien que me haga reproches en tono personalmente injurioso y exima al extremoso independentismo talibanizado. No se entiende bien salvo si interviene a instancia de parte. En consecuencia, de sus afinidades electivas deduzco, sin acritud, lo mismo que Augusto Monterroso: los enanos se reconocen entre ellos. Los talibanes también.

Afectuosos y fraternos recuerdos a su hermana.