El "obelisco" es todo un símbolo en sí mismo, como lo fueron en su momento el Muelle de Hierro o el Balneario de la Concha. Aquellos, que tuvieron una gran presencia y especial relevancia social y comercial en la Vilagarcía de entonces, se desvanecieron en las nieblas del tiempo. Pero esta pétrea columna ornamental coronada por un reloj con cuatro esferas luminosas continúa desafiando al tiempo y, en cierto modo, también al espacio. Por ello, haciendo un ejercicio de tolerancia y sana convivencia, hemos de considerarlo un símbolo popular totalmente acromático -carente de color político-, en blanco y negro, como transcurría la época en la que fue erigido. Los que nacimos en la primera mitad del siglo XX, "cosecha" de los años 40 -que peinamos canas desde hace mucho tiempo, o que ya no tenemos ni canas que peinar-, recordamos que, del mismo modo que lo hacían nuestros mayores, siempre nos referíamos a la otrora Plaza de Calvo Sotelo (hoy, Plaza de Galicia), como Plaza del Obelisco.

Existe una gran controversia, como corresponde a una sociedad avanzada, con opinión plural, en cuanto al pretendido retorno de esta emblemática columna ornamental a su emplazamiento primigenio. Hemos de pensar, sin embargo, que si se frustra esa pretensión Vilagarcía perderá definitivamente la oportunidad de proyectar hacia el futuro la simbiosis entre el pasado y el presente de nuestra ciudad, que antes fue pueblo.