Las fuerzas vivas de la nación catalana y española están en la confrontación de si puede ser legal o no, según las leyes vigentes, pero respetando los derechos humanos, declarar unilateralmente la independencia de Cataluña. Las dos partes en litigio presentan argumentos a favor de sus respectivas posturas, pero estas son antagónicas e irreconciliables, y debemos de buscar puntos de encuentro.

Yo, con un sentido práctico y realista voy a tratar de dar una respuesta al problema que le pueda servir a ambas partes, y para eso analizaremos lo que realmente va a suceder en el futuro, sabiendo que hoy ambas partes no van a cambiar sus argumentos por muchas veces que se reúnan y enfrenten. Aceptemos pues que las partes en este momento están cerradas sin perspectivas de cambio, pero como todas las cosas de la vida, esto tendrá un recorrido, y algún día llegara a su fin, el que voy a tratar de imaginar para encontrar una solución al conflicto.

Desde mi punto de vista, al final la solución vendrá por los números, y me refiero a que si el cien por cien de todos los catalanes quisiera separarse de España, esto no lo pararía ninguna fuerza ni argumento en contra, ni ley o constitución vigente que se alegara.

Si alguien piensa, que con todos los catalanes en contra, puede su fuerte deseo obligarlos a seguir en España, es mejor que no sigan leyendo, porque lo que sigue no le va a despejar el camino, y desde mi punto de vista son personas irreconciliables con cualquier solución dialogada del problema, quedándoles solo la salida de los tanques a la calle.

Como se comprende, esto de que los separatistas sean el 100 por 100 de sus ciudadanos no es verdad, y para encontrar el punto de equilibrio empecemos a bajar el tanto por ciento de los partidarios de la secesión hasta que lleguemos a un punto de equilibrio, donde dudemos de lo que puede suceder con ese porcentaje. Encontrada esta zona o punto (pienso que pudiera estar sobre el 70%, ya que la separación de España ha de tener una certeza de continuidad), los que están en contra de la separación tienen que reconocer que con un alto porcentaje, su esfuerzo para dejar las cosas como están es inútil, y es más práctico y realista aceptar un referéndum con un coeficiente a determinar entre ambos. Lo inmediato por tanto es encontrar ese punto de equilibrio.

No debemos seguir en la intransigencia, porque en la vida hay que vivir la realidad, y esta nos dice que sin un referéndum, los ánimos de las gentes no se van a calmar, y estaremos en la reivindicación continua y eterna. En otros países y en situaciones similares, lo resolvieron de la única manera efectiva, con un referéndum, y España no va a ser diferente.

Por lo dicho, las reuniones entre las partes solo deben tener como fin fijar el punto donde se piense que más allá de él, la separación es imparable. Teniendo en cuenta que este punto existe, se puede empezar a dialogar entre las partes para determinarlo, y esa cifra obligará a ambos a aceptar un referéndum, que si es superior al coeficiente pactado, se aceptaría la separación, y si es menor, las cosas quedarán como están. En estas negociaciones los españolistas tratarían de subirlo al máximo, y los catalanistas de bajarlo, pero ya tendríamos un objetivo; buscar ese punto, y hablaríamos de algo concreto. Solo habría separación si se rebasase este tanto por ciento acordado entre ambas partes.

Creo que si a los españolistas se le propusiera un referéndum fijando ese punto en el 80%, estos aceptarían; así como también creo que si a los catalanistas, se le propusiera como punto de referencia un 60% también lo aceptarían. La diferencia no es tan grande, por lo que empecemos a dialogar a partir de estas cifras, y dejémonos de aspiraciones rígidas y utópicas de "yo lo quiero todo".