En el pleno del Concello de Vigo de este lunes, sentado entre el público, cometí el error de emplear una expresión vulgar (mujer florero) que dirigí en voz alta a la concejala Chus Lago. Faro de Vigo informó sobre ello, dejando constancia de que después pedí disculpas: en cuanto Chus Lago me lo recriminó, me puse de pie, y delante de todos le pedí perdón; y como parecía que no me escuchaba le reiteré mis excusas tres veces. Por eso solicito a Faro que publique esta nota de aclaración.

También solicito que me permita explicar el motivo de mi crítica a la concejala, que no tiene nada que ver ni con que sea mujer ni con su imagen, sino con su actividad política, actividad que implica tener que encajar las críticas de los ciudadanos.

A Chus Lago todos la admiramos como deportista. Pero ella debe reconocer que si llegó a ser concejala es porque Abel Caballero le regaló el puesto número dos en su lista electoral del año 2007, precisamente por su merecida fama como mejor montañera de España.

Cuando un partido político (y todos lo hacen) ficha a un famoso, a un cantante, actor, deportista... esa persona de entrada puede calificarse como "relleno estético" (y a veces también ético, pues meten gente nueva para compensar tanta corrupción acumulada) y también como "político florero", en el sentido de que el objetivo de ponerle en la lista es conseguir más votos, en base a su atractivo, y no por su capacidad demostrada para ser un buen representante de los ciudadanos. En esos fichajes influye mucho más la fama que la belleza; y da igual que el elegido sea mujer u hombre. Si después, tras ser elegido, ese famoso hace bien su trabajo en el mundo de la política, nadie tendrá derecho a llamarle florero. Me viene a la cabeza el caso del diputado de UPyD Toni Cantó, quien al principio fue calificado como político florero. Y recuerdo las declaraciones de Micaela Navarro, cuando el año pasado fue nombrada presidenta del PSOE: "Voy a demostrar que no soy una mujer florero" (y parece que lo está haciendo).

Sin embargo, este lunes en el Pleno quedó en evidencia la trayectoria de Chus Lago en nuestro Ayuntamiento, cuando un concejal del PP le hizo objeto de sus críticas, dando datos muy claros sobre su escasa actividad política; crítica a la que la aludida respondió con argumentos ad hóminem y descalificaciones contra el PP, como si eso sirviera para justificar sus carencias.

Me quedó muy claro que valer para el deporte no siempre significa que se valga para la política. Si en vez de una famosa montañera el elegido por Abel Caballero hubiera sido un jugador del Celta que hubiera seguido su misma trayectoria, le consideraría un concejal florero y le habría podido gritar "¡hombre florero!".

En cualquier caso reitero que lo siento, y también mis disculpas por haber expresado mi crítica con una expresión que puede dar lugar a confusión y causar malestar y ofensa: espero que quede claro que no tenía nada que ver con la interpretación que algunos le quisieron dar.