En respuesta a la carta de don Guillermo Juan Morado ¿Censurar la palabra de Dios? publicada en FARO DE VIGO. Lamento que mi carta solo le haya provocado perplejidad ("me he quedado con los ojos como platos"), despiste ("me ha despistado mucho") y le haya motivado solo a explicar la interpretación "hermenéutica" de las cartas que San Pablo dirigió a la población Colosense y de Éfeso. Le puedo asegurar que conozco y entiendo el mensaje filosófico de esas cartas, que sí resultaban revolucionarias en la época y para la población a las cuales estaban destinadas. Dudo que San Pablo estuviera de acuerdo en que estas cartas se lean a nuestra población, pues sería desvirtuar el valor "revolucionario" de su mensaje, al menos en lo que atañe al papel de la mujer en la familia actual. Está usted equivocado en la interpretación que ha hecho de mi carta, yo no pretendo que se censure la palabra de Dios, pretendo que elijan los textos litúrgicos más adecuados, pues me consta que en el primer caso existe otra liturgia alternativa: 1Juan3,1-2.21-24. En este caso yo le pido que aplique la hermenéutica "moderna" a mi carta y comprenda el mensaje de la misma, en la sociedad actual la lectura de estas cartas no es conveniente. Muy al contrario, podrían ser mal interpretadas como una justificación de la violencia de género. Yo no me siento ofendida; mi edad, mi educación y mi nivel profesional, me dan la libertad para poder hacer una interpretación "hermenéutica" y a la vez crítica en el contexto actual de dichas cartas y por ello, como iglesia, lo hago. Conocedora de la celebración del Sínodo de la Familia haré llegar mi reflexión a la Santa Sede. Y como Iglesia que son, animo a que los demás feligreses también lo hagan.