Los niños de mi generación, los llamados "nativos digitales" sorprenden en primer lugar a sus padres --muchos de los cuales se sienten orgullosos--, por las habilidades que poseen: saben bajar canciones y películas de internet, son capaces de chatear, ver la televisión y contestar SMS, y todo esto, incluso al mismo tiempo. Y es que hoy, los niños no conciben el mundo sin las nuevas tecnologías, algo totalmente distinto a lo que ocurría con las generaciones anteriores. No saben divertirse y disfrutar sin tener un móvil en la mano y esto es muy preocupante, porque apenas se relacionan personalmente, sino virtualmente.

Muchos niños ven a los amigos a través de sus fotos de perfil y si los encuentran en la calle apenas se detienen y se despiden con un "ya hablamos por whatssap". Dedican más tiempo a relacionarse con las máquinas que a comunicarse con sus familiares y amigos, sin detenerse a pensar que estos últimos tienen sentimientos, "son", tienen sentimientos, y las primeras son objetos, no sienten ni padecen. El auge de la tecnología debe ir acompàñado de un gran sentido de la responsabilidad; el futuro no debe ser la tecnología sino los seres humanos.

Contra esta cultura "on line", y"light" reivindico la lectura de un buen libro --en papel-- y la práctica de deporte, actividades que fomentan la cultura, el diálogo, la disciplina, el esfuerzo y el compañerismo.