Cuando se aborda el problema de los ruidos ocasionados por las actividades hosteleras, suele ser un tópico reducir la cuestión a contrastar el "derecho al descanso" de unos contra el "derecho al ocio" de otros. Ese planteamiento encierra algunas falacias acerca de las que conviene reflexionar. Por un lado, quienes ven perturbado su descanso ven pisoteado de forma directa su derecho a algo tan esencial como la salud, pero además muchos otros de sus derechos. Por ejemplo, el derecho a estudiar, a leer, o a desarrollar en sus domicilios otras actividades profesionales u ociosas para las que se requiere tranquilidad , sin que se vean interferidas por emisiones acústicas.

O sea, el derecho al desarrollo personal, a la intimidad o a la inviolabilidad del domicilio, entre otros. Todos ellos reconocidos como Derechos Humanos básicos o inalienables, y por tanto de mucho mayor rango que el derecho al consumo opcional de los meros productos comerciales, alcohólicos o sonoros, que suelen ofrecerse en bares, pubs o tabernas. Mucho más que mero "derecho al descanso".

Por otro lado, como "derecho al ocio" suele entenderse exclusivamente el "derecho" a beber o a socializarse soportando ruido musical ambiental a alto volumen. Pero el tiempo de ocio puede llenarse de muchas otras maneras además de esa. Por ejemplo, aprender a tocar un instrumento o a bailar en una academia, a controlar un aeromodelo a motor, a pilotar un kart... Hay cientos de "hobbies" cuya afición genera ruido y por eso su desarrollo se prohíbe de noche.

Y desde luego mucho más en espacio público y en la cercanía de viviendas. O sea, que lo de "derecho al ocio" parece referirse exclusivamente al derecho a beber, a emborracharse, como si todo el "ocio" fuese ese. No existe "derecha el ocio" para los aficionados a otras actividades ruidosas, con muy buen criterio desde luego, y tampoco, como decíamos, para quienes precisan de serenidad para sus aficiones tranquilas. Por tanto, conviene revisar esos simplones y demagógicos términos para empezar a hablar en serio del problema.