Desde siempre a todos los ciudadanos nos preocupó tener que ir a un juzgado cuando nos encontramos con litigios y conflictos cotidianos, y no somos capaces de resolverlos por nosotros mismos. Para eso está la justicia. A la que tanto le tememos, o que, a veces, tanto dudamos de su eficacia. También se habla de "injusticia de la justicia", cuando se cometen errores a la hora de administrarla, o se hace un mal servicio de ella.

El primer escalafón de la estructura judicial del Estado lo configuran los juzgados de paz. En cada municipio donde no exista juzgado de Primera Instancia e Instrucción, y con jurisdicción en el término correspondiente, habrá un juzgado de paz (artículo 99.1 de la ley del Poder Judicial). Por lo que el juzgado de paz es el órgano judicial más cercano a los ciudadanos. Está formado por un juez de paz, un secretario y funcionarios, y uno a más si la carga de trabajo así lo requiere.

Los juzgados de paz fueron creados por el Real Decreto de 22 de octubre de 1855. En el año 1870 se crean los registros civiles que se incorporan a estos juzgados, o a uno de los de Primera Instancia en las demarcaciones correspondientes.

En 150 años que llevan de vida estos juzgados nadie duda de la importancia que tienen a la hora de atender los trámites judiciales y de registro de la forma más cercana al ciudadano. La carga de trabajo que tienen estas instituciones también sirve para liberar bastante a los de Instancia e Instrucción.

En un juzgado de Paz no solo se celebran juicios, conciliaciones y bodas, también hay una labor constante de audiencia como son las consultas, crear diálogo en las partes de los conflictos, motivar para una buena educación en la convivencia, y, en una palabra, como su mismo nombre indica, el objetivo de buscar cada día la paz. Los jueces de paz están llamados a resolver cuestiones de interés entre los vecinos, evitarles gastos y llevar la paz y la tranquilidad a las familias.Y no hay que olvidar la excelente labor de un secretario, que además de dar fe, asesora, tramita, ayuda y evita problemas a todos los que se acercan al juzgado. En los registros se despachan y se solicitan certificados de nacimiento, matrimonio, defunción, expedientes de bodas, libros de familia, inscripciones, traslados, etc.; facilitando siempre la burocracia a la que estamos sometidos todos.

A día de hoy existen 7.680 juzgados de paz en España, en Galicia hay 270. El problema es que están en peligro de desaparecer. Se están cociendo en los borradores de la cuestionada reforma judicial cosas raras. Lo que está funcionando bien no necesita reforma. Nunca un Ministerio de Justicia tuvo a tantos en contra, empezando por abogados, fiscales, jueces, magistrados; hasta salieron por primera vez a la calle. No hay consenso. Cada ministro de turno pone las cosas a su antojo. Solo se le puede ocurrir eso a un ministro que no es capaz de escuchar a un pueblo.

Señor ministro, "con la venia", escuche al pueblo, y no le retire estos servicios tan importantes. Acerque la justicia al ciudadano. No haga injusticia con la justicia. Se lo digo en castellano, pues acostumbro a escribir en gallego, para que no tenga que buscar intérprete, y así ahorramos un poco. ¡Señor ministro, por favor€!