Hubo un tiempo en este país donde tuvimos una república democrática, donde sus gobiernos también eran elegidos por sufragio universal, donde los campesinos y trabajadores mayoritariamente estaban sindicados, porque contaban en aquel entonces con dos sindicatos de clase de verdad la CNT y la UGT, sindicatos que luchaban abnegadamente por la mejora de las condiciones sociales, educativas y sanitarias de la clase trabajadora.

Teníamos una república, pero la mejora de los derechos de los más necesitados como siempre se conseguían lentamente y con mucho sacrificio, lo que dio lugar a importantes revueltas sociales. Una de ellas, no por pequeña menos significativa, ocurrió en enero de 1933 en un pequeño pueblo campesino de la provincia de Cádiz, llamado Casa Viejas. Era entonces jefe del Gobierno y ministro de la Guerra Manuel Azaña, quien presuntamente dio la orden a la Guardia de Asalto encargada de acabar con la sublevación de "Ni heridos ni prisioneros tiros a la barriga", orden que dio lugar al fusilamiento de 12 inocentes campesinos, sacados de sus casas al día siguiente de ser sofocada la revuelta por los Guardias de Asalto al mando del nefando capitán Manuel Rojas, luego teniente coronel en los tristes años de negra sombra.

Viene esto a cuento porque, a día de hoy, el partido gobernante está demonizando las movilizaciones sociales convocadas legal y pacíficamente por una amplia base social en defensa de los derechos que nos están anulando.

Espero que no surja otro iluminado bajo el estandarte de la democracia que dé una orden similar para acabar con una manifestación ciudadana. Nuestra memoria histórica también es para no volver a cometer las mismas atrocidades y ser, de una vez por todas, una sociedad dialogante y respetuosa con las ideas y creencia de cada uno, analizando y depurando los mensajes de esta clase política que cada día se aleja más del sentir ciudadano, para que no nos dejemos manipular por estos histriónicos políticos que lo único que defienden son sus propios intereses como nos demuestran día tras día con su arrogante y amoral proceder.