A Luis Rajoy Brey, "In Memoriam"

Coincidí con Luis Rajoy en el Instituto "Sánchez Cantón" de Pontevedra. Yo repetía 5º de Bachillerato el año que él, procedente del Colegio de "La Inmaculada", llegó al instituto. Era 1973. No estábamos en la misma clase porque Luis, en compañía de unos pocos (mi amigo Pancho Valle-Inclán, Manuel María A. Sobrino, Javier Carrete, entre ellos), hacía el Bachillerato de Letras; es decir, estudiaban Latín y Griego en lugar de Matemáticas y Física y Química. Coincidíamos alguna vez en clase de gimnasia. Aquel año llegó un profesor, de apellido Pastor, que traía técnicas revolucionarias para la época; entre otras cosas, decía, lo que él enseñaba era "gimnasia rítmica sueca" (¡!). Aquello incluía frecuentes controles antropométricos, test de las más diversas facetas, y pruebas de capacidad pulmonar; esto último era posible porque el propio profesor tenía un aparato que la medía. Por orden alfabético íbamos soplando en aquel artilugio. Yo, desde la "c", marcaba la mayor medida. Hasta que llegó la "r". Un niño de ojos claros y pelo rizado y corto, que me doblaba en peso y corpulencia, acababa, entre la admiración general, de pulverizar mi marca. Era Luis Rajoy. Recordé enseguida lo que acabo de contar a la vez que, con profundo sentimiento y pesar, todavía impresionado por la noticia que, casi al mismo tiempo, me transmitían mi hermana y Jaime, incrédulo, reflexioné sobre lo paradójico de la vida. Años después, a partir de 1976, nos encontramos en la Facultad de Derecho. Eran aquellos años de gran actividad política y contestación: huelgas, manifestaciones, asambleas. Luis y yo estábamos en las antípodas del pensamiento político, y de todo lo demás. Sin embargo, ya en aquel momento, hablábamos con cordialidad. Nos unía Sanxenxo, sin duda. Y un día, en el claustro de la vieja Facultad de Derecho de Santiago, me dijo algo sobre lo que yo, hasta hoy mismo, habría de reflexionar muchas veces, incapaz de olvidarlo, tal era la aparente contundencia del argumento: a mí, me dijo, lo que me gusta es la oceanografía; pero no estudio Biológicas, porque entonces, seguramente, no vería el fondo marino en la vida. Sin embargo, concluyó, estudiando Derecho, y después haciéndome notario, me podré comprar mis propias bombonas, e irme a Canarias a hacer submarinismo cuando quiera. Dicho y hecho. Por lo menos lo de ser notario. No recuerdo ahora haber oído mencionar nunca a Luis nada sobre la oceanografía. En 2006 nos encontramos en la comida que nuestra promoción de la Facultad de Derecho organizó, por el XXV aniversario de la licenciatura. Aquel día fuimos al Franco juntos, a tomar vinos, con otros compañeros, y nos habló de sus diarios rituales antes de ir a la notaría, el gimnasio, el baño o el paseo, el puro€ Y nos reencontramos en Sanxenxo. Desde aquel año coincidíamos casi a diario, en Semana Santa y en verano, en la de Manoliño a mediodía, a tomar la cerveza. Siempre eran encuentros breves -era muy estricto con su hora de comer-, divertidos y entrañables las más de las veces porque evocábamos otros tiempos, en Pontevedra, en Santiago, amigos comunes€

Nos encontramos por la calle en Sanxenxo el último verano, y me dijo que ya se había inaugurado la temporada. La Semana Santa del pasado año cuando nos vimos, tras afectuoso saludo, me dijo: ayer te pusimos falta. Él ya había estado en la de Manoliño. Yo aún no. Y ahora, que inauguramos nueva temporada, yo iré a ver a Manolo, sabiendo que Luis no va a estar, y lo siento, lo siento mucho, que es sentimiento compartido por muchos en este pueblo. Pero lo que más siento es no poderle decir, porque no estará, ayer te pusimos falta, Luis.

Algunos obituarios de Luis Rajoy que se publicaron en los días posteriores a su fallecimiento cometían un mismo error: hablaban de Rajoy, no de Luis. Y me he animado a escribirle este recuerdo aunque solo sea para decir que su personalidad, hedonista y tierna a partes iguales, por el contrario, discurría en paralelo a la parafernalia de su apellido, y ajena a toda ceremonia, salvo sus propios rituales cotidianos. O eso me ha parecido a mí siempre€

Descansa en paz.