El BNG ha criticado la presencia del alcalde y otros concejales en la procesión de la Borriquilla. Denuncian que el alcalde no puede acudir a este tipo de celebraciones por ser España un país aconfesional y para garantizar el principio de igualdad. Que los poderes públicos deben ser neutrales ante las distintas confesiones religiosas no lo pone en duda nadie, pero lo que no es tan claro es que un alcalde, que va a una procesión ejerciendo sus funciones como alcalde, rompa con su presencia la neutralidad de su cargo. Quienes afirman que sí lo hace, identifican la neutralidad en la religión con la ausencia de todo lo religioso de la vida pública de una ciudad. Neutralidad no significa indiferencia.

Cuando se celebra un acto religioso en nuestra ciudad, como la procesión de Borriquilla o la fiesta de la patrona, hay un gran número de ciudadanos que están de celebración. Alcaldes y concejales representan a todos los ciudadanos y siempre deben tener presencia en los actos públicos que son importantes para sus vecinos y para la vida de la ciudad, sean del tipo que sean.

Esto no quiere decir que con su asistencia el alcalde y ediles manifiesten una adhesión de la institución pública a la que representan a la Iglesia católica, aunque personalmente la puedan compartir atendiendo a su libertad religiosa. Se trata de compartir y participar de una celebración que congrega a una gran mayoría de sus vecinos. No se entiende que un representante municipal no pueda acudir a un evento importante de una confesión religiosa, es un acto de respeto hacia muchos de sus conciudadanos.