Una vez más, hemos sufrido una nueva agresión homófoba, esta vez en Ponteareas. Esto demuestra que aunque mucha gente cree que la comunidad homosexual ya está integrada y aceptada en la sociedad, no es así.

Un tipo de problema como este es la prueba de lo poco que ha avanzado nuestra sociedad con respecto al tema de la libertad de expresión afectivo-sexual.

Escasos individuos reaccionan con un odio incontenible hacia el colectivo LGTBI. Tal y como yo lo veo, es la simple ignorancia lo que empuja a gran cantidad de gente a rechazar lo desconocido.

La religión y los estereotipos no hacen más que crear ideas sin sentido acerca de este colectivo en la mente de los ignorantes, ideas que son realmente difíciles de erradicar.

¿Qué medidas debemos tomar para combatir la homofobia? Las palabras no las escuchan y la violencia solo genera más violencia.

¿Qué podemos conseguir sin la ley de nuestra parte? ¿Queda alguna esperanza para nosotros? Por supuesto que sí. Pero si queremos que nos respeten y que nos acepten como a lo que somos, sus iguales, no podemos dejar de defender nuestros derechos y nuestra dignidad.

Debemos acabar con los prejuicios y los estereotipos, y hacer que la sociedad se acostumbre a nuestra existencia.

Se acabó el esconderse. Un beso en la calle o un par de palabras cariñosas en público desencadenan una tormenta de críticas e insultos que no tendrían lugar de tratarse de una pareja heterosexual. ¿Y por qué? ¿Por qué tenemos que soportar un trato degradante cuando no estamos incumpliendo ninguna ley ni perjudicando a nadie?

Debemos hacer caso omiso de ese tipo de comportamiento. Somos libres y escondiendo nuestra sexualidad no conseguiremos nunca acabar con la homofobia.

La intolerancia de una sociedad cerrada de mente es algo frustrante y desmoralizador, todavía más cuando es violenta. Pero aún así podemos combatirla.