El problema es el pensar que por tener un título universitario merecemos un trabajo fijo y garantizado.

En España, si exceptuamos Medicina, Odontología y algunas ingenierías, las demás carreras universitarias no responden a los intereses ni de la sociedad ni de las empresas; y la preparación intelectual y técnicas de los universitarios son muy deficientes. Según la lista de Shanghái, entre las 200 mejores universidades del mundo no hay ninguna española; y, en los últimos 105 años, desde don Santiago Ramón y Cajal no se consiguió por las universidades públicas ni un solo premio Nobel. Y cada año se conceden casi una docena.

En general, la universidad pública española es muy mediocre y está controlada por mafias y lobbies ideológicos más preocupados por conservar sus privilegios y prebendas que por la calidad educativa. Por último, pedirle perdón a los profesores, que si los hay, buenos, que trabajan mucho y sí quieren la reforma en profundidad de la Universidad. Y como medidas urgentes, además de reformar la Universidad, debemos cerrar 17 autonomías, el Senado, 42 diputaciones, 4.873 ayuntamientos de menos de 1.000 habitantes y 3.000 empresas públicas, fundaciones, consorcios€ Estos entes públicos son innecesarios, dilapidan el dinero público y solo sirven como agencias de colocación de la casta política, familiares y amigos.