Con ocasión del 30 de agosto, día de S. Fiacro, patrón de las hemorroides, nos gustaría recordar algunos datos biográficos de santo tan insigne. ¿Quién era este San Fiacro? Al parecer era hijo de Eugenio IV, rey de Escocia -año 600- que siguió la llamada religiosa y marchó a Francia con su hermana Sira, se estableció en la Diócesis de Meaux, cerca de París, cuyo obispo era San Faron; llevó una vida de ermitaño en un lugar que se llama hoy Saint Fiacre. Su fama se extendió rápidamente acudiendo gente de todas partes a visitarle y también enfermos. Consiguió extensos terrenos con su trabajo y con su bastó a modo de azada -patrón de los jardineros- obteniendo espléndidos frutos y flores.

La piedra en la cual el santo estuvo esperando el juicio de Dios se hizo blanda como la cera al recibir la impresión del cuerpo, y de aquí nació la leyenda de que los que se sentasen en esa piedra curarían sus hemorroides.

Murió el día 30 de agosto de 670, está enterrado en una capilla moderna en Saint Fiacre, en Brie, y es un lugar de peregrinación de enfermos proctológicos. Se hicieron oraciones por la curación de la fístula de Luis XIV y llevaron la reliquia del santo para curar a Richelieu.

Hoy se ha olvidado a St. Fiacro porque las hemorroides se tratan mejor, en aquel tiempo los métodos operatorios eran el de Aecio de Constantinopla (exteriorización con gancho y sección con cuchillo), aplastamiento o cauterización con pinzas de hierro al rojo vivo. No extraña que los pacientes prefirieran una visita al santo antes de someterse a la operación.