Los que llaman criminales a las mujeres que abortan, o a quienes llevan a cabo esa intervención, están muy equivocados. Un crimen es un delito, y tiene que estar penado por la ley. No es el caso del aborto, en el que no se infringe la ley. Aunque nadie puede negar que en cada aborto se acaba con la vida de un ser humano. Sin embargo, si alguien da a luz a un hijo y al día siguiente lo asesina, sí que comete, sin ninguna duda, un acto criminal. Solo los que le otorgan a la vida de un embrión humano un valor supremo y absoluto (en base a sus creencias o a su fe religiosa) pueden llamar "crimen alevoso y abominable" al aborto legal.

Yo fui miembro de una asociación pro-vida, y también fui intolerante y agresivo porque pensaba que luchaba por una causa justa. Pero he cambiado de ideas. Si alguna de mis hijas queda embarazada y decide abortar y aborta, respetaré su decisión, y ni se me pasará por la cabeza pensar que ha cometido un acto criminal. No tengo tiempo aquí para hablar de matices sobre este delicado asunto, de educación y de responsabilidad. Lo ideal sería que no hubiera ningún aborto, y que ninguna mujer quedara embarazada sin desear tener un hijo. Pero defiendo que una mujer tiene que decidir voluntariamente querer tener un hijo para tenerlo. Y si queda embarazada contra su voluntad hay un periodo de tiempo en el que el embrión concebido no tiene ninguna posibilidad de vivir de manera independiente fuera del útero de la madre, y si por ejemplo la madre deja de comer el feto termina muriendo; en cambio, a partir del 6º mes del embarazo el feto podría ser extraído por cesárea y sobrevivir. Ese momento de cambio biológico puede asimilarse a un cambio jurídico. Por eso en UPyD defendemos la llamada "Ley de Plazos", que supone la legalización el aborto llevado a cabo en un plazo determinado (por ejemplo, las 22 primeras semanas del embarazo).