Carta abierta a todos los sindicatos. Desde mi humilde opinión como trabajador con 54 años de edad, trabajando desde 1975, con una serie de vivencias laborales, crisis, reconversiones, lunes al sol y otras vicisitudes y conocedor profundo del funcionamiento interno de los propios sindicatos.

Después de escuchar las respuestas dadas por los máximos líderes sindicales ante lo que está ocurriendo en el servicio de colocación en Madrid, en donde se propone que las ofertas de empleo sean para determinados perfiles no profesionales, si no para determinadas situaciones de cobro de prestaciones con la aberración que eso supone y el trasfondo que esto oculta.

No salgo de mi asombro, se me revuelven las tripas, me embarga la indignación y no sé cuantas cosas más. Después de una buena dosis de reflexión y respirar profundamente me empiezo a hacer un montón de preguntas:

¿Qué papel quieren desempeñar los sindicatos en la sociedad?

¿A qué esperan los sindicatos para asumir un verdadero liderazgo social ante los problemas actuales?

Quisiera creer que quizás los dirigentes sindicales no tengan respuestas o quizás no estén seguros de sus propias fuerzas, quizás llevan muchos años los mismos personajes en los mismos sitios y se le agotaron las ideas, quizás el sistema los abdujo y los está anulando.

Los sindicatos son necesarios, pero son necesarios unos sindicatos fuertes, con ideas claras de futuro, que asuman el liderazgo de los problemas de la sociedad, puesto que la sociedad son los trabajadores y todos y cada uno de los problemas que les afectan y no solo los laborales, unos sindicatos que transmitan confianza y no sospechas, que aglutinen a todos los trabajadores sin distinción de ideologías, que defiendan sobre todo a los trabajadores en precario de las pequeñas y medianas empresas, pues los trabajadores de las grandes empresas tienen otras muchas posibilidades.

A un mercado globalizado, unos sindicatos globalizados, a unas políticas europeas agresivas, respuestas sindicales contundentes europeas.

Sin liderazgo, valentía y decisión no hay futuro, por lo tanto renovarse o morir.