En relación a la carta "Agradécello a unha feminista" publicada recientemente en este diario, quiero hacer las siguientes puntualizaciones:

1.- Deseo expresar mi malestar por la utilización que el feminismo radical hace de las mujeres que tienen la desgracia de padecer malos tratos.

2.- Me reafirmo en todo lo manifestado en mi escrito "Feminismo radical"; las feministas radicales son mujeres revanchistas, en cuyo vocabulario prevalece la palabra "loita".

3.- Respeten la opinión de los demás; mi escrito no es incorrecto, inexacto ni erróneo; está bien redactado gramatical y ortográficamente.

4.- Yo también exijo los mismos derechos --y deberes-- para los hombres y las mujeres; pero, a diferencia de ustedes, yo sí defiendo realmente la dignidad de la mujer: reivindico leyes que permitan conciliar la vida familiar y laboral, fomentar el empleo y la estabilidad laboral, así como fomentar la natalidad, apoyar a la mujer embarazada para que bajo ningún concepto sienta su embarazo como una carga y pueda llevar el mismo a término, con la ayuda que sea necesaria. No sólo estoy en contra de la violencia a las mujeres, sino también a los hombres, a los ancianos, a los niños, a los no nacidos. Me repugna que una mujer o un hombre digan que el aborto es un derecho de la mujer. Ya que ustedes mencionan en su escrito a la Real Academia Española --me imagino que de la Lengua-- yo también les voy a citar lo dicho por Julián Marías, que forma parte de esa misma institución: "Eso de que el feto es parte del cuerpo de la madre es una insigne falsedad, porque no es parte, está ´alojado´ en ella, ´implantado´ en ella." Es incoherente ir de abanderadas de las libertades de la mujer y después defender el aborto, privando del derecho a la vida a una persona inocente, aprovechándose de que no puede defenderse, ni siquiera protestar. Por otra parte, el concepto de libertad siempre ha de ir acompañado de responsabilidad. Biológica y moralmente no hay diferencia entre matar un embrión humano de 24 horas, un niño de 24 meses o a una mujer.

5.- Me dirijo a todos los colectivos , asociaciones, facultativos, sanitarios, a los que presentan a la mujer embarazada --tantas veces angustiadas y presionadas por su pareja o entorno a abortar--, para que no fomenten en ellas cometer un crimen. Si un aborto espontáneo deja secuelas psíquicas en una mujer, un aborto provocado --eufemísticamente llamado interrupción voluntaria del embarazo-- destruye dos vidas, la del nasciturus y la de la mujer, de cuyas secuelas nunca logrará reponerse a lo largo de su vida. Es más fácil sacar un bebé del útero de una mujer que de su conciencia. Defender el aborto como un derecho de la mujer es como defender la libertad del asesino para matar, y olvidarse del derecho que tiene la víctima a vivir.

6.- Yo no les agradezco a las feministas del s.XXI el poder usar pantalones ni el haber estudiado una carrera universitaria; esto último se lo agradezco a mis padres y a mi esfuerzo.

7.- Mi esposo y yo compartimos nuestros bienes; por cierto, los mejores que tenemos son nuestros hijos, a los que yo amamanté porque nos pareció lo mejor para ellos, en ocasiones en un lugar público, pero sin perder el sentido del pudor.