En la sección de cartas al director de dos diarios gallegos, los días 15 y 16 de los corrientes, se publica una que firma Jesús Martínez en Porto do Son (Coruña) titulada: "Color de la vergüenza", color amarillo de los toxos y xestas que ofrecen nuestros montes, poblados en una gran parte por ésas y otras malezas inservibles, en vez de estar produciendo maderas, dado el "extraordinario potencial forestal de Galicia".

Precisamente, recientes estadísticas, sobre lo que nos dice el Sr. Martínez, informan que, la mitad de toda la madera que se consume en España, se produce en los montes gallegos.

Pero estas y otras produciones de nuestros montes, podrían aumentarse considerablemente, si nuestros gobernantes hicieran menos política de partido y se dedicaran a trabajar en lo que rinde beneficios a la sociedad.

Porque usted Sr. Martínez, que vive en un pueblo pequeño, quizá no sabe que de los ocho mil millones de euros primero, y de los otros cinco mil millones más tarde, que el Sr. Rodríguez Zapatero repartió por España para aliviar el paro, hubo alcaldes como el de Vigo que dedicaron la parte que les correspondió a levantar aceras en buen estado, comprar nuevas farolas aún funcionando las existentes, poner cientos de bancos nuevos de madera en las calles o regalar miles de cojines a todo el que pasaba por la vía pública, e incluso adornar calles con altos y bajos maceteros de flores; todas obras muy propias de tiempos de abundancia y no de los que ya estábamos viviendo.

Porque Vigo, además de la ciudad, cuenta con cinco parroquias del rural, y el mismo número de personas trabajando en los montes plantando árboles maderables y frutales, construyendo praderías, abriendo pistas y corta fuegos que evitarían incendios en verano; sería sacarle un rendimiento a esa inversión; pero claro, el mogollón de votos está en las ciudades, ya que por los montes circula poca gente, y por eso, con administraciones que solo buscan continuar en la poltrona, así nos va.