Por el año 2002 se anunciaba a la Iglesia particular de Tui-Vigo la celebración de un Sínodo con un lema "despierta y camina" lo que supuso una gran alegría y expectación.

En dicho Sínodo se trataron, debatieron y llevaron a estudio diversos temas viendo lo que sería lo más conveniente para nuestra Diócesis de Tui-Vigo, siendo una gran sorpresa el papel que jugó la gran participación, destacando la parte laical, pues se realizó a través de todos los componentes de nuestra sociedad estudiando temas diversos, partiendo desde la propia Iglesia, su propia naturaleza y estructura, su organización y sus fines. Dicho estudio supuso una revisión de su estructura jerárquica, no porque se fuera suprimir, sino para que ejerza la verdadera función que debe juzgar en la comunidad religiosa.

De ahí que muchos de los problemas que tiene la Iglesia se deben a que se ha hecho demasiado intelectual y perfeccionista, y por ello se ha esforzado en crear una jerarquía muy selecta, pero alejada de la comunidad de los fieles, que es donde reposa el depósito de la tradición, por lo que las reflexiones sinodales deben volver al Pueblo de Dios, a los laicos y su jerarquía.

Por lo que nos encontramos después de tanto tiempo que se clausuró nuestro Sínodo sin unos cambios o una reforma que se intuía que iba a dar respuesta a las necesidades y retos de nuestra querida Iglesia diocesana y así al mundo actual, por lo que me pregunto ¿Qué se está haciendo?

Y este es el motivo de mi carta para su publicación, por lo que hemos iniciado dedicándole tiempo e ilusión, no quede en el baúl de los recuerdos, y así no tengamos que esperar otros tantos siglos para que se convoque otro Sínodo, por lo que es hora de poner todas las conclusiones que se debatieron y se vayan poniendo en práctica en nuestra querida Diócesis.