Se puede comprobar que las catedrales, monumentos de máxima exaltación religiosa, están exentos de guardar otra memoria que no sea la de los vencedores. En catedrales como la de Granada o de Jaén, y no deben ser casos aislados, persiste la costumbre de colocar en lugares visibles, altar mayor, por ejemplo, placas en las que figura una larga nómina de sacerdotes que fueron asesinados durante lo que, sin vergüenza alguna, definen como revolución marxista, consignando como fechas las de la penosa guerra civil, 1936-1939 y, como en otras épocas de indiscutible autoritarismo, acaban por ensalzar esta, para muchos, desastrosa victoria como el año del Triunfo. Lo que asusta es que este y otros despropósitos se puedan materializar gracias al dinero de la "santa cruz" que algunos consignan en su declaración de la renta o con el dinero del patrimonio que la Iglesia está exenta de declarar.

En este caso es el barrio de Navia el que se ha coronado con el primer premio a la desmemoria. De forma forzosa, cada mes, los vecinos del nuevo barrio de Navia recibimos en nuestros buzones la hoja parroquial de San Pelayo de Navia. Este nuevo número, marcado por el fanatismo propio del adoctrinamiento religioso más dogmático, y que podríamos situar o en la Baja Edad Media o, por poner un ejemplo más cercano, en el nacionalcatolicismo, se esfuerza en analizar lo divino y lo humano: la ruptura matrimonial, discapacidad y vida, la mujer y la autorrealización en la maternidad, pero quizás lo que más llama la atención son algunas de las divertidas propuestas que plantean para nosotras "el retiro espiritual de mujeres", que como autoproclaman sirve como "medio de formación". De eso, si no les importa, ya nos ocupamos nosotras.

Como cualquier otro medio de propaganda nos centramos en el "titular" de la primera página, que dice así: "Promueven una campaña para que Francisco presida la beatificación de 500 mártires españoles". Una asociación que dice llamarse Enraizados, que se perfila como "una voz católica en la vida pública", ha puesto en marcha una campaña a través de su web para pedirle al nuevo papa la beatificación de 500 mártires para lo que ellos llaman "la persecución religiosa del siglo XX". En el siguiente párrafo que hace alusión a la Conferencia Episcopal, por lo que revela tener un apoyo poderoso detrás de esa tenue voz católica, propone como sede Tarragona y algunos de los "promártires hispanos", como el obispo de Tarragona, Fructuoso, y sus dos diáconos Augurio y Eulogio", al igual que otros 147 mártires más. Para justificar este hecho establecen un paralelismo estadístico entre los sacerdotes que prestaban servicios entonces y la cifra del 98% del clero que presta servicios actualmente en la diócesis de Tarragona, apelando a la palabra que tanto gusta emplear en estos casos, "exterminio", en este caso del clero.

Habría que recordarles que en muchas cunetas aún no descansan los huesos de otros mártires que murieron por pensar, por defender también sus creencias. Que miles de cuerpos aún no han sido recuperados para las familias que aún los recuerdan y los reclaman. Ahora que muchos aprovechan que la ley de la memoria histórica se ha convertido en papel mojado y están en el poder los que tampoco desean que entre el aire en esta habitación podrida que es España, también les podemos recordar los muertos que ellos han sembrado a lo largo de su larga historia, también llena de errores e infames crímenes: las cruzadas, la Santa Inquisición, la evangelización de América Latina, y las grandes ausencias que protagonizaron en momentos terribles de nuestra historia más reciente y que permitieron el exterminio de seis millones de judíos, mientras ellos miraban para otro lado.

Los que defendemos un estado laico solo les pedimos una cosa, que traten de ir con su tiempo o perecerán como los dinosaurios.