Para empezar y evitar equívocos quiero manifestar que estoy totalmente en contra del aborto provocado. Dicho esto me desconcierta que grupos que son de la misma opinión intenten evitarlo de manera nada o poco eficaz y entre ellos o quizá encabezando a esos grupos está la conferencia episcopal española, civiles y una y otro vez, y siempre que tienen ocasión presionan al gobierno para que los incluya como delito en el código penal. ¿Se creen los obispos que con esto se evitan los abortos? En el código penal antes de la muerte de Franco estaba considerado delito, como también el adulterio, el divorcio, es decir, actos condenados por la Iglesia Católica e introducidos en las leyes humanas. Ahora hay separación de Iglesia-Estado, o eso dicen, aunque no lo parece, y esta Iglesia que es la misma de Franco aún quiere dar órdenes al gobierno.

Cuando el aborto era un delito las mujeres españolas se iban a países europeos a hacerlo en clínicas con garantías sanitarias y sin peligro de infección o muerte, no como ocurría aquí en España, que las que no podían ir al extranjero por motivos económicos se ponían en manos de personas carniceras que las desangraban o dejaban estériles y con otros daños físicos.

Para evitar que se produzcan tantos abortos yo propongo dos soluciones. La primera sería que los obispos y el clero en general diesen charlas, coloquios, sermones, conferencias a las familias católicas y a otras que no lo sean con el mensaje de que el aborto es un acto abominable a los ojos de Dios y es condenado por Él. Es decir; inculcar a todos creyentes o no, que si las leyes humanas lo permiten, la Ley de Dios no, y luego que cada cual escoja la Ley divina o la humana. De los jueces humanos podemos escapar, pero del Supremo Juez no. Hagan esto señores obispos y habrán cumplido una parte del mandato de predicar el Evangelio, y el que quiera creer que crea, y el que no, cargará con su culpa el más allá.

La segunda solución que podría ir unida a la primera es facilitar la adopción de niños en este país. Muchas parejas, ante las trabas que tenían en España para adoptar, se iban al extranjero a hacerlo, en China, Rusia, África etc. Eliminemos papeleos burocráticos complejos y simplifiquemos los trámites. El niño sería de una madre que no quiera tenerlo por las causas que sean; joven solteros e inmadura, madre con varios hijos, etc. Si tenía pensado abortar como única solución démosle una oportunidad de tener una salida honrosa y fácil sin gastar un duro. Pasaría por el embarazo completo y tendría la criatura, y con su autorización si es mayor de edad o con la suya y de sus padres si es menor, con un documento legal notarial y sin opacidades para dar a ese niño en adopción a la pareja que los solicite, sea matrimonio sin hijos o con hijos que quieran adoptar otro.

Trámite sencillo, limpio y sin letra pequeña, e incluso con total anonimato de las dos partes. Niño vivo, bien criado, y quién sabe si veinte años después no tendremos al que descubre la vacuna contra el sida o la curación del cáncer. Por supuesto, la familia de adopción tendría que cumplir unos requisitos mínimos de moralidad, como no haber cometido delitos, maltratos, cárcel, etc.

Volviendo a la Conferencia Episcopal, decir que me parece muy loable su defensa del no nacido, pero también hay que defender, querer, respetar y dar buen ejemplo al ya nacido, pongamos entre cero y doce años, y no estropearle la vida. Les exhorto a que lea Mateo 18: 1-9 y el que quiera entender que entienda. Así sea.