Respecto al aborto el objetivo que debe tener el Gobierno sobre la mesa debe ser la eficacia y no tanto cubrirse las espaldas con la aprobación de una nueva ley que lo regule. Porque lo que hay que lograr es que su práctica tienda finalmente a cero y para eso es mucho más importante educar a las nuevas generaciones, y defenderlas de tanta contaminación, que dedicarse a acotar cada caso.

Quiero decir que en este tema tiene más importancia lo que haga el ministro Wert que lo que haga Gallardón. Wert debe de introducir entre los contenidos educativos la enseñanza de que cada aborto es un crimen que se comete contra un ser humano singular e irrepetible.

Es obligado enseñar en la verdad y desmontar todas esas mentiras que se han venido vertiendo durante las últimas décadas que, de tan falsas y esperpénticas que son, pronto entenderán nuestros jóvenes que se debieron a la más vil manipulación que ha padecido la humanidad (¿no les parecerá hilarante a los jóvenes del futuro comprobar cómo una buena parte de nuestra sociedad se dejó engañar por tan penosos y cutres eslóganes?).

Y por su parte, Gallardón debe completar su nueva ley introduciendo como delito penal grave cualquier acción que se realice en promoción del aborto, pues no hay violencia mayor que el hecho de que a unos padres se les pueda hablar de la posibilidad de matar a su hijo.

Es hora de llevar adelante políticas acertadas contra el aborto, y no solo de la mano de Gallardón sino también de Wert y de Mato y de Montoro... y por supuesto de Rajoy, al que alguien debe explicar que el aborto es un crimen y no un derecho o una práctica reglada.