Es bien cierto aquel dicho popular que califica como bien nacidos a los agradecidos. Por lógica aplastante, y en extensión de tal sabiduría popular, transmitida de generación en generación, y en aplicación de las enseñanzas recibidas de mis padres y abuelos, permítame Sr. Director del Decano, calificar de mal nacidos a quienes no son agradecidos.

Viene esto a colación de la profunda tristeza, vergüenza y frustración que como vigués he sentido al leer en su periódico la decisión de D. Julio Fernández Gayoso de devolver la insignia de oro de la ciudad por estar cuestionada, precisamente por quienes tanto daño han hecho, a aquellos que un buen día marcaron con una x a quien se enfrentó a ellos por defender a esta ciudad.

Nadie, absolutamente nadie desde Elduayen, ha hecho más y mejor por Vigo y su comarca que D. Julio, Padre de la Universidad, de la inmensa mayoría de los centros culturales de una ciudad abandonada por las distintas instituciones, Colegio Hogar, Escuela de Negocios y desde luego pulmón financiero del comercio e industria de nuestro entorno. Defensor incansable y valiente de nuestros derechos, auténtico bastión de resistencia hacia una fusión nefasta, suicida, falsa y agresora contra nuestra ciudad, que terminó tal y como él había vaticinado.

Los partidos políticos de esta urbe, culpables máximos del desenlace, no pueden ni deben aceptar esta entrega de la medalla, ya que, insisto, nadie tiene más derecho a ostentarla que el Sr. Gayoso, que en un nuevo acto de nobleza y bonhomía la entrega para no molestar ni incomodar a nadie, pero no se puede aceptar esta entrega de un vigués de pro, defensor de lo nuestro hasta las últimas consecuencias, valiente y desde luego honrado. Le garantizo Sr. Director que de haber sido yo poseedor de una medalla de la ciudad, la entregaría sin dudar un instante si se acepta su entrega, ya que perdería todo su valor para mí, dejaría de representar nada para convertirse en un trozo de vil metal.

Por mi parte, deseo manifestar de forma pública mi más profundo y sincero agradecimiento al Sr. Gayoso por todo cuanto ha hecho por esta ciudad, así como mi más absoluta desconfianza y repulsa hacia la mayor parte de la clase política de esta castigada ciudad y comunidad, auténtico freno al desarrollo de nuestra tierra.

Gracias D. Julio, medalla de oro de la ciudad ayer, hoy y siempre.