La composición del programa sacro del C.C.V ofrece este año un nuevo módulo litúrgico, en cinco partes, de la historia bíblica del Hijo de Dios. El racimo de motetes es similar al de otros años, pero la probadura y la calidez son más afines al tratarse de armonizar doctrina y expresividad. Ello obliga a barajar las datas de sus autores en razón de una exacta aplicación escénica del sentimiento religioso que se enuncia en cada motete. Apunte pedagógico importante es el carácter de unidad que el director D. Joaquín Carbajal quiere darle al trío de motetes de cada ciclo a la hora de expresar el regalo del público con sus aplausos. Ello permite que la atención temática sea más prolongada e interiorizante. O, dicho de otro modo, que la brisa del primer motete empalme con el siguiente y este con el último conformando una unidad temática.

El traje de gala musical es sacral y ello requiere una liturgia específica y esmero a sus complementos. Y dado que cada motete tiene un significado propio, aviva el brillo y refuerza el encanto armónico afín al tema. Y el tema es vario porque afecta a distintos aspectos de la vida redentora de Cristo y esos aspectos tienen su mensaje, su luz, su significación singular, por lo que la diversidad musical es su atractivo principal.

Del amplio abanico de motetes hay que subrayar el dueto del Pie Jesu de A. Lloyd Weber. Breve oración de suplica de una delicadeza y sentida convicción de culpa. Aplicado al apartado de la Pasión de Cristo, Tomás L. de Victoria infunde con serena quietud anímica y solemne polifonía "a capella" los instantes dramáticos de la vida de Cristo por un pueblo contrito por el dolor indebido a que está sometido." Pôpule meus"," O vos omnes" y" O Dómine", son tres motetes de una belleza extraordinaria. No exagero si entre el enjambre de autores de música sacra, Tomás L. de Victoria sobresale de manera majestuosa. Descubre y plasma con el pincel de su asimilación teológica del drama como si se tratara de un cuadro y no de un pentagrama. Visualiza el texto e infunde en cada palabra la nota y el brillo tonal adecuados.

Quiero mencionar, tras citar el final del concierto, con "La liturgical Suite" de Eugene Butler, a Zoltan Kodaly con su motete " Esti Dal" cuyo sentimiento humano de angustia es de una finura poética tan dulce y sutil que sumerge al oyente en una inesperada atmosfera interior mística y mítica.

En mi juventud la ciudad gozaba de cierto relieve procesional. El pueblo se apiñaba a lo largo de las calles principales. Esta ausencia con el tiempo ha sido suplida por los conciertos de música sacra, arte musical que el Coro Clásico de Vigo emitirá en varios templos de la ciudad. Y si le atrae el resplandor de la bella ciudad de Braga (Portugal) y la cálida acogida de sus gentes, sería un suplemento interesante para acudir al concierto.