Es sorprendente que algunos médicos de Urgencias del Xeral avalen la correcta actuación del compañero que atendió a la "fallecida" "teniendo en cuenta los medios disponibles", y que no se cuestionen si el facultativo fue capaz de diferenciar entre una moribunda, un posible infarto o cualquier otra amenaza vital. Porque, lo que sí es cierto, más allá del caos que padece el Servicio de Urgencias desde hace años, es que el médico no se dio cuenta de que estaba tan grave, lo que ya habían detectado los cuidadores de donde residía.

Vergüenza deberían sentir de tergiversar los hechos. Aunque es muy humano equivocarse, el no haberse percatado de la gravedad del enfermo, a pesar del triaje completo y riguroso realizado, es lamentable.

La conclusión, al parecer, fue que "la situación del área donde estaba era caótica", pero de la enferma ni con triaje se enteró de que estaba a punto de "irse al otro barrio"€ ¡sorprendente!, pero solo para el que no conozca la desorganización y falta de sentido común que reina desde hace años, que yo sepa, en Urgencias del Xeral. Durante el año 2005 acompañé con frecuencia a una enferma de 92 años que sufría insuficiencia respiratoria. Cada vez, aunque lo hubiesen hecho dos días antes, se repetía el ritual de radiografía, analítica, ecografía, etc., reteniéndola de once de la noche a cinco o seis de la mañana en un pasillo o en la sala de espera pasando frío y en condiciones tercermundistas.

Hice numerosas reclamaciones sobre el mal trato al paciente y el mal trato al contribuyente por el despilfarro de pruebas, absurdas, teniendo en cuenta que la paciente presentaba un estado crónico. Cada día el diagnóstico fue: "si quiere que muera en casa, llévesela, o puede quedar ingresada". Durante todo un año estuvo muriéndose, según el triaje o falta de "ojo clínico" del de turno. ¡Lejos quedan aquellos tiempos en los que el médico, sin triaje, diferenciaba entre un moribundo y un enfermo recuperable. "Dioses del Olimpo" no se puede defender lo indefendible y achacarlo a los recortes, porque se convierte en demagogia.