Aplaudo el excelente artículo de Joaquín Rábago en Faro de Vigo del 15 de febrero pasado titulado "Los que estamos un poco viajaditos". Según frase procedente de un ministro del actual Gobierno.

Estando en Canadá, yo también "un poco viajadito" (nací en 1934), en la década de los años 90, estaba gobernando el Partido Conservador de Brian Mulroney en su segundo mandato con una amplia mayoría absoluta. Contra la firme oposición de comerciantes y ciudadanos el Gobierno introdujo el IVA (allí la GST) reemplazando así la modesta tasa de venta entonces en vigor. Como era de esperar el enfado ciudadano fue monumental. Y llegaron las elecciones para el siguiente mandato. El resultado fue increíble. El país entero votó masivamente en su contra, reduciendo la mayoría absoluta del gobierno a una solitaria diputada por la provincia de Quebec. El Partido Conservador quedó destrozado por unos cuantos años. Y esto es exactamente lo que debería ocurrirle a los partidos que nos están gobernando. Estos partidos hace ya mucho tiempo que se están alternando en el poder, se han subido al pedestal y se han creído los dueños de España, hacer y deshacer a su antojo, creando sus redes de corruptelas y burlándose de los ciudadanos con sus mentiras descaradas. Nosotros los votantes tenemos también una parte importante de culpa: vemos que, elecciones tras elecciones, no importa que partido gane, nos miente y se mofan de nosotros y, sin embargo, continuamos votándoles. Somos nosotros los culpables de que ellos estén en el poder, tenemos el gobierno que nos merecemos. Es hora de que despertemos y recuperemos la madurez democrática con la que nos comportamos durante la Transición y que fue la admiración del mundo, no como ahora que somos la chirigota, ¿se puede comparar el estado de nuestra España actual a la del principio de nuestra democracia? No, estamos peor, y mucho. Nunca se pensó en volver a ver las largas colas de gente necesitada para conseguir su comida de caridad, igual que en los de la posguerra civil. Hemos retrocedido a la década de los años 40. Y no mejoraremos mientras no demos una lección a nuestros partidos políticos. Debemos tener siempre presente que ellos, sin nuestros votos, no pueden acceder al gobierno. Somos nosotros los responsables, no lo olvidemos. No confundamos un partido político con un equipo de fútbol, a este se le puede profesar cierta fidelidad, pero a un partido político, ni devoción ni fanatismo, solamente se le podrá apoyar mientras asuma su responsabilidad y gobierne con auténtica democracia.