Señor presidente del Real Club Celta de Vigo: He podido leer en Faro de Vigo sus declaraciones acerca de la polémica suscitada en torno a la contratación, como segundo entrenador de nuestro equipo, al señor Salva Ballesta. Declaraciones que no coinciden con lo que yo he podido escuchar en diferentes medios de comunicación, pero en absoluto quiero polemizar sobre esto.

Lo que sí quisiera es aprovechar el tremendo revuelo que se ha formado sobre este asunto, para hablar de ese pequeño grupo de aficionados y seguidores del Celta, llamados Celtarras.

Estos seguidores irrumpen en nuestro club en un momento determinado, al igual que otros seguidores radicales en los diferentes clubes de fútbol de nuestro país. Hasta entonces los partidos de fútbol, por mucha rivalidad que tuvieran, eran una cosa y a partir de ahí son otra muy distinta. ¡Cuántos y cuántos! Deportivo-Celta, mis amigos y yo hemos visto en A Coruña, preciosa ciudad en la que nos lo pasábamos fenomenal y que en un momento determinado tuvimos que dejar de ir por culpa de los radicales de uno y otro equipo. Esto por supuesto, y de idéntica manera, les ha pasado a los seguidores del Deportivo.

A este grupúsculo de aficionados tendrían que hacerles ver que a nuestro equipo se le anima gritando Celta, Celta, Celta€, y no gritando, como lo vienen haciendo en cada partido, puta España, puta Madrid, puta Coruña, puto Riazor. Habría que hacerles entender, que con esos gritos nos están insultando a miles y miles de seguidores del mismo equipo, del que ellos dicen sentir sus colores, además de insultar a millones de españoles y gallegos.

También sería bueno hacerles comprender, que en nuestro Celta hay jugadores de todas las partes del mundo y de España, por supuesto también de A Coruña o su provincia, ¿Cómo se sentirán estos jugadores y los que forman parte del cuerpo técnico del Celta cuando escuchan los gritos descritos?

No quiero extenderme más, creo que es suficiente si el club toma las medidas necesarias para reconducir este desaguisado que se ha formado y nombra a alguien que haga entrar en razón a una fuerza juvenil que entiendo debiera ser aprovechada positivamente en beneficio del fútbol.

Finalizo indicando que soy socio desde el año 1957, que tengo el número 114 de abonado y que estoy en posesión de la Insignia de Oro del club por mis numerosísimos años de pertenencia al mismo, tanto en Primera División, como en Segunda y Segunda B.