Muy sorprendidos hemos quedado el 11 de febrero cuando su Santidad ese día anuncia al mundo entero su renuncia al pontificado en el que durante casi ocho años había trabajado incansablemente.

Muy apenados quedamos, pero al mismo tiempo después de conocer los motivos que le han movido para su renuncia, nos sentimos muy agradecidos, no solo por lo que han significado estos intensos años de su pontificado, sino por la sacrificada dedicación que les ha consagrado.

También estamos agradecidos a su Santidad por algo que con este gesto de su renuncia significa, y al mismo tiempo nos recuerda que la Iglesia es tradición y que no debemos olvidar quién es verdaderamente su Señor.

El Papa Benedicto XVI desea más calma para su vejez, tiene cada vez más dificultades para caminar, se cansa cada vez más rápido, lleva un marcapasos, y todo esto le complica su vida pública. Está agotado y esto no viene de ahora, ya cuando su biógrafo y periodista Peter Seewald, en sus conversaciones para el libro-entrevistas "Luz del mundo", le preguntó si el peso de tantos problemas acaecidos en la Iglesia le podían llevar a su renuncia.

Su respuesta, bien meditada de antemano, fue absolutamente clara: "Si el peligro es grande, no se debe huir", le respondió. "Por esto no es el momento de renunciar sino de permanecer firme y afrontar la situación difícil. Se puede renunciar en un momento sereno o cuando no se pueda más". Si el Papa llega a reconocer con claridad que física, psíquica y mentalmente no puede ya con la tarea de su cargo, tiene el derecho y en determinadas ocasiones o circunstancias, también el deber de renunciar.

Los que habíamos leído su libro, que me impactó por su sinceridad y respuestas tan sencillamente contestadas, ahí conocí al gran Benedicto XVI al que Cristo había elegido parar guiar a la Iglesia en momentos tan difíciles.

Santo padre, gracias le doy por su valentía al reconocer sus limitaciones, por su humildad dando a conocer al mundo entero de su debilidad.

Hoy en día en el mundo todos quieren permanecer en el poder, sin preocuparse de si están o no posibilitados para seguir en el cargo, pues se busca solamente en el estar en la ostentación de parecer.

¡Gracias Santidad por su ejemplo, que viendo que sus fuerzas le fallan, da paso otro sucesor de Pedro, que escogido por el Espíritu Santo llegue con motivación y fuerza para guiar la barca de la Iglesia.

Pido al Señor que en su retiro del mundo, y de todos los trabajos, descanse y en sus oraciones nos tenga presentes, como así lo haremos todos los que tanto le debemos.