El aspecto espiritual del padre Silva era adelantado a su tiempo, portador de un ideal convencimiento de que se podía instalar un mundo mejor sobre la Tierra, asentado en el amor, la paz y la justicia, trípode fundamental para una evolución estable y positiva.

Ese reino de fraternidad, justicia y paz sobre la Tierra, que la especie humana de este planeta no ha sido capaz de construir en el transcurso de los siglos por haberse arrodillado ante el "becerro de oro", renegando los valores y principios cristicos o de la luz así definidos en su condición de religioso.

Su amor por uno de los más destacados maestros representantes de la luz crística personificada en Jesús era la oculta llama que ardía invisible en su corazón.

Lo intentó con los niños y jóvenes aún convencidos de que un mundo mejor es posible, pero la fuerza contraria o lado oscuro de la fuerza no le ha permitido establecer ese ideal en éste su reino de odio, injusticia y violencia.

Como el médico Dr. Carlos Carvalho entre otros, que escribieron sobre el padre Silva, subrayó: "Continuaremos soñando contigo el sueño de la historia interminable" y al padre Silva Jesús diría: "Hijo mío ten calma y sé paciente. Tú no eres del mundo y el mundo no te quiso, tal como no me quiso a Mí…", pero el "Carpintero de Galilea" también dejó dicho y escrito refiriéndose a los niños: ¡Ay de quien hiciese mal a uno de estos pequeñitos…! pues "El Cura" dedicó casi toda su vida a los más jóvenes desamparados.