Denuncio la Ley 12/2010, por lesiones en mi persona. Denuncio a la Consellería de Sanidad por intrusismo irresponsable, pues lo que recete un médico facultado para ejercer la medicina, nunca lo debe cambiar ningún político.

Operada de cáncer, y tras superar la quimio y la radioterapia, me encontraba ya en la última fase del tratamiento, que consiste en la toma de una gragea de una hormona. Inicio el tratamiento el 13/05/2010, bajo control de mi oncóloga, mejorando día a día durante los ocho meses que tomé el medicamento que mi oncóloga me prescribió. Hasta el día 23/10/2010, que el medicamento recetado es sustituido por un genérico que debo tomar según prescripción de los políticos de esa consellería, y según la atolondrada e irresponsable Ley 12/2010.

Un solo envase bastó para deshacer lo que estaba bien hecho. Todas las articulaciones, desde la cabeza a los pies, se me inflamaron, produciéndome un dolor tan generalizado y agudo, que me inmovilizó y no podía moverme sin la ayuda de bastones.

Tengo entendido que esa maldita ley tiene por objeto el ahorro. Señores de la Xunta, de la Consellería de Sanidade, señora Farjas, debo informarles que no han conseguido ahorrar en absoluto, sino todo lo contrario, pues desde que inicié el tratamiento con el genérico que ustedes me recetaron, he aumentado el gasto en la sanidad pública, y muy a mi pesar, por cierto, pues hasta la fecha estoy en tratamiento para "desintoxicarme" del medicamento que nunca debería haber tomado.

Consultas, análisis, radiografías, ecografías, especialistas, análisis de líquido en las rodillas, resonancias magnéticas, urgencias y analgésicos entre otros gastos y lo que es peor, molestias, dolores, desplazamientos y zarandeos, doblada sobre un bastón. Pero no es todo esto lo que más me duele, no. Lo que más me duele es que el ahorro, las medidas económicas, la austeridad y el control del gasto público, siempre es a costa de los mismos: los enfermos, los pobres, los parados, los sin techo, los ancianos y jubilados, en fin, los más débiles.

Señora Farjas: debo llamar su atención acerca de su comportamiento cuando sale en los medios. Todos los políticos enloquecen ante las cámaras y micrófonos. En su caso, señora Farjas, todavía me repugna más cuando, sonriente y exultante, habla del gran acierto que han tenido al encontrar una fuente de ahorro con los genéricos. Ustedes no pueden enmendar las prescripciones de los facultativos. Ustedes no tienen derecho de conseguir triunfos a costa de la base social. ¿Qué piensan hacer con nosotros? Señora Farjas, ¿qué piensa hacer conmigo?, ¿cómo piensa usted indemnizar el perjuicio que me ha causado?

Usted sonríe en la televisión. Yo intento superar las lesiones que esa consellería me causó y usted, señora Farjas, sonría en televisión. Por favor, no vuelva a hacerlo. Acuérdese de mí.