Viendo la airada reacción de las más insignes plumas cinegéticas de este país, la aprobación de la ILP por la abolición de las corridas en Cataluña no le ha sentado bien al colectivo de cazadores. Y no deja de ser sorprendente, que yo sepa ellos no utilizan picas, ni banderillas o espadas para romper músculos y causar hemorragias mortales, únicamente se valen de escopetas para… - vaya, ¡qué casualidad! - para matar animales, exactamente igual que hacen los otros.

¿A qué va a ser esa similitud la razón de que Israel Hernández, director de la Revista Jara y Sedal, haya lanzado una advertencia: "No nos ha tocado pero ha pasado rozando nuestras cabezas"? ¿Qué calificativos le podríamos aplicar a él entonces, que llama "payasos" e "insensatos" a los promotores de la ILP?, porque bastante más letales que dicha Iniciativa son sus cartuchos, que no rozan pero sí dan de lleno en los cuerpos de sus trofeos venatorios.

Tampoco le ha hecho gracia al señor Antonio Mata, redactor de la revista Caza y Safaris, que echando mano de su peculiar canana lingüística los califica de "ecolotontólogos" y "chupasubvenciones". Podría invitar a la sonrisa, si no fuese porque en el mismo texto afirma que: "lo que más me aterra es que ya no son cuatro esperpentos despelotaos los que expresan sus opiniones. Ahora los que opinan son albañiles, amas de casa, fontaneros, ejecutivos, estudiantes y abuelas". Declaración de la que emana un tufillo inquietante y asaz clarificadora.

Valgan estos dos ejemplos para ilustrar el sorprendente corporativismo que de pronto han experimentado los escopeteros con el sector taurino, algo que invita a meditar sobre dos cuestiones: la primera, que temen que más pronto que tarde su sangrienta afición empiece a ser erradicada por ley al demostrarse que sus argumentos actuales para defenderla son una sarta de patrañas tan burdas como las de los taurófilos. Y la segunda, que se confirma que a la mayoría de los amigos de apretar el gatillo les trae sin cuidado el padecimiento de animales para entretenimiento del hombre sea cual sea la modalidad empleada contra las víctimas. Unos hablan de tradición y otros de conservación, ¿no será para todos ellos simplemente diversión?

El miedo se va aposentando en los cazadores al temer que la crueldad con animales esté abocada a desaparecer como práctica consentida. Pero no deberían de sentirse tan agraviados, ellos llevan mucho tiempo provocando esa sensación en los animales al aterrorizarlos con sus escopetas, con sus cepos, con su caza legal y con la furtiva también. Y de paso a los humanos con sus frecuentes "accidentes". Jamás habría que dar armas a quien sólo las quiere para matar.