De todas las regiones Galicia es la menos española de nuestro país. No por su situación geográfica. Al norte y oeste estamos rodeados por el Atlántico y al sur por Portugal, la única vía de comunicación con el interior es el este. Somos el rincón de España. Los gallegos no están divididos y quieren participar de esta España. Pero si nos sentimos menos españoles es porque Galicia fue una pelota de juego de la historia y diversos poderes que conoció.

La cultura, economía y política llevan aún las huellas de su pasado, a pesar de haber tenido un caudillo y tener al patrón Santiago. En la economía, política y cultura se habla de un complejo de inferioridad gallego. Nunca se contó con los gallegos. Galicia era una región olvidada. La residencia política desde Madrid quedaba muy lejos.

Galicia se acostumbró a vivir por sí misma, encerrándose para dentro, sin buscar la discusión o crear problemas. La prueba la tenemos en esos casi dos millones de gallegos que abandonaron su tierra meiga por motivos económicos.

Los gallegos cuidan con ternura un sentimiento gallego, que está envuelto en un falso romanticismo, donde las bandas de música y grupos de gaiteiros, nos sitúan en un paraíso gastronómico y cordial.

También hay otra parte, de menos realidad poética, el envejecimiento, la pobreza, la falta de perpectivas económicas y la salida de jóvenes talentos. También la falta de voluntad e impotencia de los políticos para tratar de parar esa espiral, cada vez más profunda, tomando medidas eficaces para que la región esté siempre en movimiento y no retroceda.

Mientras los políticos de Madrid no comprendan la señal gallega y los políticos de la Xunta no ayuden a sacar esta región del aislamiento ésta seguirá olvidada, se sentirá atrasada y desheredada.

Los análisis dejan una gran incomprensión a los problemas a los que se enfrenta esta región. La globalizacion ofrece muchas oportunidades, pero parece que menos para Galicia.