Vigo, enorme potencia económica en Galicia, presente por el contrario contraste importantes y creo que uno de ellos está en el campo de la cultura.

Hace unos días se ha confirmado definitivamente la pérdida para Vigo del archivo fotográfico de Angel Llanos, que pasa a ser parte de los fondos del Museo Etnográfico de la villa orensana de Ribadavia, cuyo concello y en especial su concejal de Cultural, se merecen la más efusiva felicitación de todos los vigueses amantes del mundo de la fotografía, por su dedicación, por su interés y por su defensa de la cultura. Puntos en los que al parecer están muy por encima de sus correspondientes homónimos del concello de Vigo que, a lo largo nada menos que nueve años, no fueron capaces (o no tuvieron interés) de conseguir que el Archivo Llanos se quedase en Vigo (y no por evitar que se lo lleve Ribadavia), sino porque se refiere casi en exclusiva a nuestra ciudad y teniendo en cuenta sobre todo que su autor así lo quería también, pero claro, no a cambio de que le ignorasen.

Lo que da miedo es que en nuestra ciudad existe otro archivo que todos los vigueses conocen, el Pacheco, que sí fue adquirido por el Concello de la ciudad en el año 1991 y seguramente para que no se pierda o pueda dañarlo la luz del día, permanece bien cerrado en la caja fuerte del antiguo Banco de España. Al parecer sus fotos se están digitalizando. Algún día, esperemos que no demasiado lejano, podremos contemplarlo.

En resumen, por un archivo no se interesaron y el otro lo compran y lo mantienen encerrado 18 años como si fuese un delincuente y así nadie pueda verlo y disfrutarlo.

En fin, que los aficionados a la fotografía y a curiosear a través de ella, como ha ido transcurriendo la historia de Vigo, generación tras generación, ya nos podemos preparar para desplazarnos a la villa de Ribadavia, que afortunadamente no nos pilla lejos.

Allí, sí podremos ver al menos la mitad de la historia viguesa en fotos. Felicitaciones para el Concello de Ribadavia y para el de Vigo, un suspenso tan grande por lo menos como nuestra ría.