Si la peluquería no se hubiese cruzado en nuestras vidas, Jesús Sáiz seguiría siendo marino y yo podría haber picado en la mina, tal y como imponía mi cuna. Si fuéramos marino y minero, no encontraría mejores palabras para mi amigo que las del cantar: "La mina y el mar". Una hermosa canción que hermana a estos profesionales por el riesgo y soledad de su trabajo.

Tanto Jesús como yo llevamos el espíritu de los trabajadores del mar y la mina. Es un carácter que hemos mamado desde rapacinos. Somos peluqueros, sí, pero con el arrojo suficiente para poder asumir el riesgo de revolucionar la peluquería hace unos cuantos años, y afrontar con entereza la soledad que nos brindaron quienes no comprendieron la necesidad del cambio.

Por fortuna, con compañeros de viaje como Jesús, la larga travesía se hizo más llevadera. Como buen marino comprendió al minero. Así son la mina y el mar que corre por nuestras venas.

El año pasado cumplí 50 años en la profesión, este año le toca a Jesús. 50 años largos de trabajo, persiguiendo un sueño innovador y revolucionario. Con la posición que dan los años, amigo Jesús, creo que lo hemos logrado. La peluquería de hoy no es la que cogimos hace medio siglo.

Hace mucho, mucho tiempo que le conozco. Siempre me ha llamado la atención su peculiar manera de ver la vida y su amor por el mar. Jesús es un entusiasta y el que lo trata enseguida se siente contagiado por él. Yo el primero.

Como peluquero es de los que ennoblecen la profesión. Su buen hacer, su creatividad y su afán innovador le han hecho ser uno de los mejores profesionales gallegos. Jesús Sáiz, por méritos y carrera, es historia viva y activa de la peluquería y un orgullo para todos.

Son 50 años de cortes y apurados. El tiempo, como a todos los peluqueros, le ha frenado agilidad en las manos, pero no le ha restado un ápice su interés por este gremio al que ha dedicado y esta dedicando su vida.

Muchos años, aunque él me dice que no piensa en retiro y en parte lleva razón. Su obra, su estilo y su impronta siguen vivos y actuales en su excelente equipo de colaboradores, con su hijo Suso al frente y su nieta Marta como garantía de la continuidad de la saga y, también es un hombre enamorado. Enamorado de su encantadora esposa Parucho y del mar que lo llevó a ella y a la profesión que ejerce, como su amor, desde hace 50 años.

En Vigo, como siempre y desde entonces, Jesús y Parucho han celebrado sus "bodas de oro" sentimentales y profesionales. Sin duda, amigo, tú y tu esposa sois un ejemplo para todos. Felicidades.